Cine

‘Blonde’ o la desmitificación del mito: el salto al vacío de Andrew Dominik y Ana de Armas

El legado de Marilyn Monroe, aún sesenta años después de su muerte, está por todas partes. Su imagen se ha impreso en millones de posters, cuadros, imanes, cojines y prácticamente en cualquier artilugio imaginable. Marilyn sigue siendo un icono, la máxima representación del ideal de belleza de la época dorada de Hollywood. Pero si por algo su figura ha pasado a la historia como el mayor mito del siglo XX, es porque es uno de los primeros ejemplos sobre cómo la fama puede destruir a alguien que, a ojos de todo el mundo, lo tenía todo. Eso como sociedad, nunca ha dejado de fascinarnos. ¿Qué ocurriría en la cabeza de una de las mujeres más famosas de la historia para llegar a quitarse la vida? Marilyn era la persona más deseada y famosa del planeta, pero no quería serlo. Paradójicamente, su trágica muerte no hizo más que engrandecer su mito.

Tras una década trabajando en sacar adelante el proyecto, Andrew Dominik presenta por fin ‘Blonde’, basada en la novela homónima de Joyce Carol Oates, sobre la vida de Norma Jean, el verdadero nombre de Marily Monroe. Es importante saber la diferencia entre ambos apelativos para entender la visión de la película. Todo el mundo conocía a Marilyn, pero nadie conocía a Norman Jean. Así, en uno de los ejercicios más radicales que se recuerdan en el cine americano reciente, Dominik se propone, de alguna manera, desmitificar al mito. Destruir a Marilyn para que podamos ver a Norma Jean.

Su representación en pantalla es la de un ser torturado, que busca afecto constantemente en personas que no se lo dan. Su miserable vida no es más que una sucesión de eventos desagradables y desafortunados. En una escena, Marilyn llega a la alfombra roja del estreno de ‘Con faldas y a lo loco’, se baja del coche y deslumbra a todos con su encantadora sonrisa, dispuesta a interpretar su papel de superestrella. Los fotógrafos, con sus cámaras deseosas de conseguir un documento con su imagen para poder venderlo, le gritan indicándole a dónde mirar y cómo posar, mientras sus bocas progresivamente se vuelven deformes y asquerosas. Es el mundo de Marilyn y el de Norma Jean chocando. A la segunda cada vez se le hace más difícil interpretar a la primera.

Dominik alterna multitud de formatos (del 4:3, al panorámico, al 1:1, entre otros), cambia la imagen libremente del blanco y negro al color, y juega con infinidad de recursos posmodernos. ‘Blonde’ elige el exceso formal y narrativo para mostrar el caos en el que vivió Norma Jean desde que era una niña. Ya entonces, su existencia estuvo marcada por la tragedia: su madre la maltrataba, y a lo largo de su vida, todos, incluido ella, la usaron para sus propios beneficios. La perturbadora odisea de su protagonista está además acompañada de la magnífica e inquietante banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, colaboradores habituales del director.

La cinta es un despliegue continuo de ideas visuales y narrativas, donde algunos elementos funcionan mejor que otros, pero siempre sorprende por su valentía y su falta de pudor. Es un trabajo temerario, arriesgado y dispuesto a abrir debates. Vemos a Marilyn Monroe haciendo cosas que cualquier otra película no hubiera mostrado, o ni siquiera sugerido. Tras varias acusaciones de que ‘Blonde’ es irrespetuosa con ella, surgen preguntas: ¿la está deshumanizando, o todo lo contrario? ¿Es cruel mostrar con detalle el infierno que vivió o es la única manera de hacerle justicia? Dominik cree lo segundo. Ana de Armas también. La dimensión de su colosal encarnación en Norma Jean es mucho más que física, también psicológica. La actriz, poseída por el espíritu de Marilyn, se deja la piel en una interpretación que hechiza, que deslumbra a todos los niveles imaginables. La película es suya.

‘Blonde’ es monumento a la figura de su protagonista. Uno complejo, des-idealizado y crudo, que destruye completamente la idea de lo que tiene que ser un biopic de Hollywood. Dominik no deja lugar en su película a sentimientos ni edulcorados ni complacientes, sino que reta de manera constante al espectador a presenciar su desgracia para poder comprenderla. El prodigioso último plano culmina con una fuerza arrebatadora este magnífico documento sobre una mujer eterna que realmente nunca quiso serlo.

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Publicado por
Fernando García