Tras sus sencillos y EPs de los dos últimos años, la londinense Shygirl hace por fin oficial su primer LP, que ha titulado ‘Nymph’ porque según dice “las ninfas son criaturas ambiguas… no sabes exactamente de qué van, así que puedes proyectar en ellas un poco lo que quieras”. Un planteamiento que de hecho representa muy bien lo que este disco es: como quedó claro en la hiperactiva entrevista que nos concedió, la artista pone cuidado en escabullirse de etiquetas y lugares comunes, y ‘Nymph’ es una fascinante amalgama de influencias pasadas, presentes y futuras que sin embargo no se casan con nadie ni nada, más allá de la propia Shygirl.
Las doce canciones están coescritas y producidas junto a su habitual colaborador Sega Bodega además de Mura Masa, Vegyn o Arca, quienes aportan la cantidad justa de ideas y talento para que la pieza fundamental siga siendo ella, logrando así una inesperada coherencia dentro de su deslumbrante ensalada de UK garage, hyperpop, rap y hasta Eurodance. Son 33 minutos que se devoran con sorprendente facilidad: con ningún disco de este año he experimentado esas ganas de volver a oírlo nada más acabar. ‘Nymph’ ha resultado completamente adictivo.
Las razones son varias: la primera, que a pesar de sus numerosos elementos vanguardistas es fundamentalmente un disco de pop. En la citada entrevista dejó claro que la experimentación por sí misma le resulta esnob, de forma que las piezas de ‘Nymph’, por exploradoras que sean y a pesar de estar curradas a un nivel de pura orfebrería, apenas pasan de los tres minutos en su mayoría y nunca pierden el norte de la melodía. Fans de Björk que echáis de menos tonadas cantables: aquí tenéis una buena alternativa. Canciones como la inicial ‘Woe’ son un buen ejemplo de esta eficiente doble faceta, con sus siniestras líneas de bajo con sinte en las estrofas pero un estribillo delicado y ganador (y letra coescrita con Caroline Polachek).
Por esa razón esta colección de canciones alcanza donde el hyperpop de PC Music a veces no llega: la concisión y el foco en el hit breve priman. Además, la sensualidad y sexualidad que predominan en las letras añaden un disfrutable factor humano, ya sea expresando empoderamiento, desequilibrios en las dinámicas de poder, o simple deseo carnal. Así, ‘Coochie (a bedtime story)’ recuerda mucho a la (excelente) Hannah Diamond, pero cuesta imaginarse a ésta haciendo una canción sobre chocho-llamadas (“I’m ready for the coochie call / sticky and sweet”).
Un segundo factor es la producción en sí. Capas y texturas suenan infinitamente sutiles, potentes pero disfrutables, incluso los elementos más oblicuos: hasta los glitches de ‘Wildfire’ o las percusiones distorsionadas de ‘Come For Me’, suenan deliciosos a los oídos. Parece una observación superficial, pero la ecualización y masterización de música con elementos experimentales puede resultar taladrante, y ‘Nymph’ es un triunfo en sentido totalmente contrario. Los subgraves de ‘Nike’ te golpean fuerte induciéndote a bailar, pero a la vez te envuelven como una manta de terciopelo. Podría servir como excitante o relajante según la circunstancia. El ambient-dance de ‘Honey’ suena como la remezcla club que nunca le hicieron a Sade y resulta otra de las mejores experiencias sensoriales de todo el disco. “Resbaladizo como la miel / Me llueven los besos” dice la letra, y el sonido entero de la canción refleja completamente esas mismas sensaciones.
Pero volvamos a esas melodías: son, creo, el tesoro oculto de ‘Nymph’. No son obvias, o evidentes, y quizá por eso necesitas volver a oírlas. Sin embargo, para la tercera escucha, estás atrapado. ‘Heaven’ es un buen ejemplo de ese pegajoso atractivo, hipnótico , diferente. ‘Wildfire’ se sostiene en un beat de jungle en esa línea revivalista de otros contemporáneos de Shygirl como PinkPantheress o Piri & Tommy Villiers, pero ninguno de ellos podría competir con su brillante melodía.
El envoltorio vocal en el que se presentan dichas melodías es también crucial: con todas las flores que echemos al sedoso-y-sin-embargo-contundente diseño sonoro de los coproductores no hay que olvidar que en canciones como ‘Come For Me’ es la propia Shygirl quien manipula su voz con la herramienta Logic, esculpiéndola a base de efectos con excelentes habilidad. Algo que es una constante a lo largo del álbum, regalándonos voces experimentales pero cautivadoras, perfectas para esa tesitura susurrante pero muy versátil de la artista.
Si además añadimos las placenteras sorpresas en forma de referencias de género que encierra ‘Nymph’, se completa el puzle para entender su poder de seducción. Como las guitarras arpegiadas de ‘Shlut’ (otro de los hits absolutos del disco), que remiten al R’n’B de primeros de siglo pero muy lejos del pastiche, al igual que los beats de R’n’B mutante de ‘Heaven’. También el rapeo en ‘Little Bit’, que Shygirl ha descrito como “nostálgico” en referencia a 50 Cent, o esa fascinante mezcla de hyperpop y Janet Jackson que es ‘Firefly’. Incluso el Eurodance housero de ‘Poison’ y su acordeón a lo ‘Tu es foutu’ añade lo justo para no distraer lo que es, consistentemente a lo largo de estas doce canciones, un excelente disco de pop experimental que no deja al pop en ningún momento de lado.