Los últimos años no han sido nada fáciles para Ryuichi Sakamoto. El veterano compositor japonés, miembro de Yellow Magic Orchestra, fue diagnosticado con cáncer de faringe en 2014, hecho que le llevó a plantearse su forma de ver el mundo y a no dar nada por sentado. Aproximadamente un año más tarde, anunciaba que lo había superado, pero desgraciadamente, en 2021 un nuevo tumor volvió a sacudir el rumbo de su vida. Esta vez se trata de un cáncer de recto que, según él mismo ha anunciado, tendrá que acompañarlo el resto de sus días, ya que se encuentra en estadio 4, la fase más avanzada de la enfermedad. Pese a la severidad de la noticia, Sakamoto no ha dejado de componer, habiendo realizado en los últimos años múltiples bandas sonoras para películas y series. ‘12’, su nuevo álbum-diario, está formado por una docena de piezas a piano y sintetizadores organizadas cronológicamente, cuyo orden solamente se altera en la última pista.
El artista comenzó con el proyecto poco después de salir del quirófano. Cuando aún estaba convaleciente de su operación, cogía sus instrumentos y grababa fragmentos cuando podía. Las doce composiciones que conforman este nuevo trabajo son sombrías y meditativas. En ‘20210310’, la primera de sus pistas, los sintetizadores expresivos y ominosos nos introducen en la tragedia personal de Sakamoto con sobriedad y elegancia.
El autor reflexiona sobre su propia muerte y sobre su incierto futuro, aferrándose a la vida hasta el último aliento. No obstante, la densidad temática y la intensidad del álbum siempre están retratadas desde la quietud. No hay grandes aspavientos ni ornamentaciones recargadas en sus canciones, sino que opta siempre por la sutileza. Son los pequeños detalles los que construyen la parte más emocional de un trabajo intencionadamente discreto pero repleto de significado. En muchas canciones se puede oír la respiración rítmica y constante de Sakamoto, camuflada como un elemento más, siendo especialmente conmovedora acompañando al piano en la preciosa ‘20211201’. Seguir respirando es lo único que le queda antes de enfrentarse a lo inevitable, cuya llegada, aunque impredecible, siempre estará acechándole a la vuelta de la esquina.
El disco puede dividirse orgánicamente en dos: las primeras siete piezas son más largas y oscuras, las otras cinco más cortas y ligeras. La primera parte está inundada de resignación y dolor, donde, en ocasiones, Sakamoto prescinde del piano y lo sustituye por siniestros drones, como a largo de los más de 6 minutos de ‘20220202’. Las respiraciones, y los ruidos de fondo también tienen más presencia en este lugar de la secuencia, haciéndola la más reflexiva del proyecto.
A partir de la bellísima ‘20220302 – sarabande’, la única canción que indica el estilo al que pertenece, puede interpretarse que el artista ha asumido su estado, invitando al oyente -o simplemente a sí mismo- a bailar y disfrutar mientras pueda. Quizá por eso, en esta segunda parte, deja atrás la turbulencia de los sintetizadores y da paso al sonido dulce y apacible del piano.
‘12’ es un trabajo denso y elegíaco, donde Sakamoto se abre en canal para exponer los miedos y las dudas de alguien que sospecha que no le queda mucho tiempo. También es una oda a la belleza de encontrar placer en las pequeñas cosas: una respiración profunda y constante, un suspiro, una simple melodía de piano. La hermosura de lo mundano solo puede documentarse estando vivo. No hay mayor certeza ni nada más importante.