Este 4 de febrero se cumplen 40 años desde el fallecimiento de Karen Carpenter. La cantante de los Carpenters moría a los 32 años a consecuencia de un paro cardiaco relacionado con la anorexia que había arrastrado desde los inicios de su carrera, y que se acrecentó con la llegada de la fama. Ella siempre negó padecer la enfermedad, mientras la gente de a pie, ante la incerteza, pensaba que se enfrentaba a algún tipo de cáncer, debido a su delgadez. En realidad, Karen pasaría a la historia por ser una de las primeras celebridades que fallecieron a causa de este desorden alimenticio entonces bastante desconocido.
Aunque para hablar de Karen es imposible no mencionar sus sombras, muy poco del drama que salpicó su vida está presente en sus canciones, las alegres y románticas canciones de Carpenters que tanto marcaron el pop de los años 70. Acaso alguna joya escondida como ‘When It’s Gone (It’s Just Gone)’, incluida en el disco final del dúo, ‘Made in America‘ (1981), podía aludir a la muerte del amor o de la vida misma de manera un tanto tétrica, gótica incluso… y aún así la música, su forma de country-pop luminoso y relajado, nos seguía llevando a un lugar de confort, el mismo que sentíamos al escuchar la cálida y maternal voz de Karen, que tanto convirtió a Carpenters en lo que fueron, en lo que son.
Para entender cuán esencial era la voz de Karen en las canciones del dúo, solo hace falta recordar cuánto hemos ignorado siempre que ellos no fueran autores de muchos de sus hits más emblemáticos: ‘Close to You’, ‘We’ve Only Just Begun’, ‘Rainy Days and Mondays’, ‘Superstar’, la súper feliz ‘Sing’, ‘Hurting Each Other’ (recientemente rescatada por los Avalanches) o ‘I’ll Never Fall in Love Again’ las escribieron otras personas (nadie ha olvidado nunca que ‘Ticket to Ride’ y ‘Please Mr. Postman’ eran versiones). Richard arreglaba, producía, tocaba el piano y el teclado, cantaba, por supuesto elaboró esas capas armónicas tan característicos de la banda, y componía, pero hacía otras cosas y a veces delegaba esta labor en terceros. Karen empezó tocando la batería, instrumento que nunca abandonó del todo, pero nunca escribió una canción: su rol era el de vocalista (como dato, el primer single asociado a los Carpenters, ‘Looking for Love’, estaba a su nombre).
Eran otros tiempos para la industria y los cantautores nos importaban un poco menos, pero Richard sí firmó, mano a mano con John Bettis, cuatro éxitos inmortales de Carpenters como son ‘Yesterday Once More’, ‘Only Yesterday’, ‘Top of the World’ y ‘Goodbye to Love’, este último, adaptado no hace mucho por la omnipresente Phoebe Bridgers. Las dulces melodías de Carpenters, empalagosas como una nube de azúcar; su imagen de niños buenos, que Richard odiaba porque era una imposición de la discográfica; y sus poéticas letras sobre amor, desamor o nostalgia perduran a día de hoy en la imaginería popular, y lo hacen gracias a la voz de Karen, que tanta alma insuflaba a las canciones. Una voz cristalina, poderosa y llena de sentimiento, que encarnaba la música pop misma. Las canciones eran excelentes, pero también se adaptaban a su voz (Richard jugaba mucho con el registro bajo de su hermana), e incluso cuando Karen cantaba una pieza que no le gustaba, como ‘Solitaire’, lo hacía con todo el candor del mundo. Es a Karen a quien queremos escuchar cuando nos ponemos a los Carpenters.
También las canciones, claro, que tanto nos han seguido acompañando a través de las generaciones. Como el repertorio de los Beatles, de ABBA o de Elvis Presley, o en España el de Rocío Jurado o Julio Iglesias, el de Carpenters conforma su propio estándar de excelencia y se ha seguido vendiendo y escuchando a lo largo de las décadas. Los streamings de ‘Close to You’ y ‘Top of the World’ se cuentan por los cientos de millones, pero mi favorita personal es ‘We’ve Only Just Begun’. Desde que empieza, taciturna, con la voz tristona de Karen, hasta que eleva el espíritu con la entrada de baterías y coros, siempre me ha parecido una canción perfecta de Carpenters en todo su conjunto. Fue una de mis primeras aproximaciones a su repertorio, cuando la radio de Last.FM te podía descubrir muchos de sus éxitos incluidos en el recopilatorio ‘Gold’ (más tarde descubrí que previamente ya había escuchado el trabajo de Richard Carpenter en un single de las rusas t.A.T.u.: él orquestó ‘Gomenasai’ y no, no me lo estoy inventando, lo dijo él mismo).
La definición de clásico atemporal, como tantos que escribieron Burt Bacharach y Hal David, ‘Close to You’ la han adaptado desde Rumer hasta Frank Ocean y se ha usado lo mismo en bodas que en funerales. Es otro de los grandes hitos de los hermanos. «Desde que descubrí ‘Close to You’, siempre ha sido una de mis canciones favoritas, siempre me la he sabido de memoria», cuenta mi compañero Sebas. «Me encantaría decir otra cosa, pero la descubrí en ‘Cosas de Casa
‘, cuando Carl Winslow se la dedicaba en una escena a su esposa. Por suerte, pronto descubrí que «la original» (antes de los Carpenters la grabaron otros artistas) era mucho mejor. Karen Carpenter, habitual en la VH1 de la época, era todo magnetismo mirando a cámara o tocando la batería. Siempre me han gustado las voces así: dulces, expresivas y poco chillonas. Seguro que inspiró a muchas de mis voces favoritas de los 90, como Nina Persson o Sarah Cracknell. «Close to You» es también uno de los mejores trabajos de Burt Bacharach y Hal David. Es uno de mis primeros contactos con una canción sin estribillo, algo que suplen el cambio melódico en el puente («So they sprinkled moon dust in your hair…») y la outro llorica con todos esos «wah-wahs»».La televisión también ha contribuido a inmortalizar el catálogo de los Carpenters. «Supongo que como mucha gente de mi generación, mi primer contacto con (ellos) fue a través de los Simpsons», cuenta Mireia. «‘(They Long to Be) Close to You’ era la canción de Marge y Homer… y en casa teníamos el single. La edición española, que en la cara B traía ‘Ticket to Ride’. Y esa era la canción que realmente le chiflaba a mi padre, el motivo fundamental de que el single estuviera en casa. Y no me extraña: no suelo ser muy fan de las versiones de los Beatles, pero es que la de los Carpenters es exquisita, con su introducción a piano que puede confundir un poco, su sobreproducción, con la angustia post-adolescente de Lennon convertida en un canto quedo, maduro, de resignación… O no. Porque así como la versión original me genera simpatía hacia la muchacha fugitiva (¡sé libre! ¡Huye del plasta de Lennon!), si lo canta Karen odias profundamente al prófugo. “He’s got a ticket to ride. And he don’t care”. Esos “don’t care”, en la voz dulce, emocionante, perfecta de Karen, se clavan como dagas. ¡Maldito! ¿Cómo has podido dejarla?»
Rizando el rizo, también era posible descubrir a Carpenters a través de las versiones que otros artistas hacían de las canciones que ellos mismos habían versionado… o también escrito. Es el caso de ‘Yesterday Once More’, de la que Raúl Guillén guarda una curiosa memoria. «Recuerdo muy bien cuando fui consciente de la existencia de Carpenters y de su increíble catálogo de canciones: en la explosión post-grunge, ‘If I Were a Carpenter’ (1994) reunía a nombres del relumbrón de Sonic Youth, The Cranberries, Sheryl Crow, American Music Club, Babes In Toyland o Shonen Knife para celebrar el repertorio del dúo, interpretando con libertad canciones como ‘Top of the World’, ‘Superstar’, ‘Close to You’ y revelaban a una (otra) generación esas gemas de Richard y Karen Carpenter… cuando ya se había estrenado y retirado ‘Superstar’, el documental del luego idolatrado Todd Haynes que revelaba el lado oscuro de la carrera del dúo, que culminó con la trágica muerte de Karen».
Continúa: «En ese homenaje coral unos Redd Kross que por entonces vivían su pico de fama tras publicar el gran ‘Phaseshifter‘ interpretaban con ramalazo hardrockero ‘Yesterday Once More’ (¿cuánto habría molado ver a Karen romper las baquetas, su instrumento-fetiche, en esta transformación desgreñada?). En el momento que escuché la versión de los californianos me di de bruces con un vívido recuerdo de mi infancia, cuando Carpenters triunfaban (sí, también en nuestra Españita) con melodías radiantes como esta. Una balada alucinante, con una interpretación vocal excelsa por parte de una de las mejores cantantes de la historia del pop y unos arreglos celestiales -que no excesivos-, que nos habla de los «shalalalas», «uoh-uooohs», de «shing-a-ling-a-dings» que sonaban en viejas canciones que ponían los pelos de punta y hacían brotar irrefrenables lágrimas a su intérprete… Un stendhalazo que, en un maravilloso giro metamusical, a mí también me hacía sentir (y aún lo hace) no ya que Karen cante para mí, sino que yo mismo soy Karen y que vuelve a ser ayer.»
Los recuerdos permanecen y lo demás, como cantaba Karen precisamente en ‘When It’s Gone (It’s Just Gone)’, en la que tocó la batería por última vez, se va:
Where’s the word for the sadness
Where’s the poetry in the pain
Where’s the color in the stain where the tears have fallen
It’s gone, it’s just gone
Pero quedan las canciones. Y esa voz.