The Blaze se han metido al público en el bolsillo con una atractiva propuesta audiovisual que se compone de dos elementos. Por un lado, sus canciones de dance emotivas apelan al alma festivalera con subidones eufóricos diseñados para el disfrute colectivo. Por otro, sus espectaculares videoclips, como el de ‘TERRITORY’, cuentan historias atípicas protagonizadas por minorías étnicas, o simplemente por personas no blancas (el vídeo de ‘DREAMER’ se ha rodado en Dakar), que sobreviven con el apoyo de su propia comunidad.
Los vídeos de Jonathan y Guillaume Alric buscan resaltar la humanidad compartida entre todos nosotros, al margen de las supuestas diferencias -culturales o económicas- que nos separan. También son esenciales para entender su éxito. Musicalmente, la música de The Blaze por sí sola no transmite la misma emoción. Las canciones de ‘DANCEHALL‘, su primer disco, aducían una evidente falta de imaginación en la producción, que caía en los clichés de la electrónica festivalera, y el mismo problema acusa ‘JUNGLE’.
No se puede decir que The Blaze tengan exactamente un sonido que puedan llamar propio. ‘EYES’ era un primer single digno. También era una (buena) imitación de Jamie xx. Solo el gusto del dúo -compuesto por dos primos- por distorsionar sus voces bajándole el pitch se acerca a ser una seña de identidad, en un disco que de hecho empieza pareciendo de otro grupo directamente. ‘LULLABY’ es un remanso de paz y serenidad en la pista de baile, ‘CLASH’ otro corte de house iluminado por el sol que apetece escuchar cerveza en mano… Sus méritos se acaban aquí, resultando funcionales, correctos.
El disco se reserva sus mejores momentos para más adelante. ‘DREAMER’ es un single digno de la popularidad de The Blaze en el que por fin los sintetizadores hacen ligeras cosquillas, mientras el grupo nos habla de «abrir la puerta del amor» en lugar de cerrar fronteras. Poco a poco, ‘JUNGLE’ va cumpliendo con la promesa de su título y ofreciendo algo de peligro en las producciones. Es cuando estas añaden un punto electro, como en ‘HAZE’ o ‘MADLY’, cuando resultan excitantes de verdad. Así, de la emotiva ‘LONELY’, por la que caben más clichés tipo «al amor es ciego» en pos de la bondad del ser humano, pasamos al desquicio total de ‘SIREN’, que suena inspirada en ‘Homework’, el primer álbum de Daft Punk, para bien.
No es un delito que grupos como The Blaze hagan house populista. Al fin y al cabo, son ellos quienes llenan las pistas de los festivales y no descartaría que estemos ante el nuevo gran grupo de la electrónica mundial que pueda hacer frente a Moderat. Pero se echa en falta que la música de The Blaze venga acompañada de producciones igual de interesantes que sus videoclips. Cuando el disco acaba con ‘DUST’, es imposible no responder a su subidón con un «eye-rolling». Sí, funciona, pero eso ya lo sabías.