‘Ronson’, por César Sebastián
Ambientado en un entorno rural de finales de los años 60, los protagonistas de ‘Ronson’ son detallados al milímetro a través de la memoria de un niño. Vivencias, recuerdos y nostalgia alumbran un tono narrativo pocas veces visto por su modo de escarbar en las emociones, sin tener que recurrir a complicados entramados. Todo encaja a la perfección con un dibujo limpio, de trazos tranquilos, y en un tricolor de blanco, negro y dorado que lo eleva a los altares más sagrados. 8,3
‘Laberintos 2’, por Charles Burns
El resultado, hasta la fecha, se mantiene intacto en cuanto a capas de intranquilidad. Burns sigue con el bastón de mando de la desazón, aunque los recursos sigan en la misma onda, y estemos perdiendo la esperanza de que nos entregue un trabajo magistral. Lo que sí se mantiene son las ansias por conocer un desenlace siempre impredecible. 7,5.
‘La Espera’, por Keum Suk Gendry-Kim
En la división de Corea, en los años 50, miles de familias fueron separadas. Muchas de ellas tardaron décadas en reencontrarse. Su autora recurre, como sucedió en ‘Hierba’, al testimonio de personas mayores, ahora esencialmente a su madre. Narrativamente aparecen pasajes impresionantes que logran introducirte en los recovecos de una historia muy cruda. En lo gráfico y visual, es una delicia comprobar cómo el cómic europeo se da la mano con el oriental. 8.
‘Historias de la máscara’, por Hideshi Hino
El primero es sobre una vieja tienda de objetos de segunda mano y a medida que avanza el capítulo va pasando de colores suaves al blanco y negro. Un procedimiento que sin ser de una originalidad exagerada, cumple el rol de llevarnos de la actualidad al pasado, dejando a los protagonistas a merced de un destino inevitable. Este elemento tan sencillo, junto a una narrativa campechana y una brevedad que se agradece, deja todo el peso en el dibujo. En toda criatura salvaje, encontraremos su lado más adorable. 7,5.