No llegó a la absoluta locura de lo ocurrido con Kate Bush y ‘Running Up That Hill (A Deal With God)‘, pero el año pasado Metallica experimentaron un viral con ‘Master of Puppets’ después de que ésta sonase en el final de temporada de ‘Stranger Things’, interpretada además por un secundario estrella del que ya se ha confirmado spin-off (de momento en forma de libro).
Pero es que el año anterior la banda ya había hecho ruido con la mastodóntica edición especial del conocido como ‘Black Album’: para su trigésimo aniversario, la banda editó ‘The Metallica Blacklist’, con gente tan distinta a Metallica (y entre sí) como Miley Cyrus, Juanes, Rina Sawayama, J Balvin, St Vincent, Mac DeMarco, Phoebe Bridgers o The Neptunes versionando sus canciones. Por todo esto, parece el momento idóneo para lanzar otro álbum de estudio. ¿Es ’72 Seasons’ una maniobra para conseguir nuevos fans fuera de los de toda la vida? Yo diría que no, por tres razones.
La primera es la propia calidad del disco, que iremos desgranando. Pero la segunda es que Metallica tiene ese poder de los tótems del género para ir sumando adeptos a medida que pasan las generaciones, sin haberse convertido en una “vieja gloria” pese a sus detractores, y la tercera es que este ’72 Seasons’ llevaba ya un tiempo cocinándose. A principios de 2019, Robert Trujillo ya hablaba de que el nuevo material llegaría mucho antes de lo que sus fans estaban acostumbrados a esperar entre disco y disco. Covid happenned, así que al final no ha sido del todo así, y han pasado 7 años del ‘Hardwired… to Self-Destruct‘ (solo un año menos de diferencia respecto a la distancia de ese con ‘Death Magnetic‘, de 2008). Desde luego, se nota que no es un disco hecho para salir del paso, y que Hetfield, Hammett, Trujillo y Ulrich llevan tiempo preparándolo, puesto que supone una mejora (primera razón) respecto a ‘Hardwired… to Self-Destruct’, que a su vez era un cambio de tercio respecto a los entregados en los dosmiles.
Hetfield ha explicado que el título habla de las 72 estaciones que cada persona pasa hasta llegar a la mayoría de edad, puesto que son las estaciones y las experiencias que “forman nuestros verdaderos o falsos yós (…) gran parte de nuestra experiencia adulta es al final una recreación o una reacción a esas experiencias de la niñez y la adolescencia, y podemos ser prisioneros de nuestras infancias o liberarnos de esas ataduras que llevamos con nosotros”. El resultado quizás no está a la altura de tan ambiciosa explicación -que parece más un intento de darle cohesión conceptual al disco- porque, aunque ninguna letra llega a ser risible (quizás la de ‘If Darkness Had a Son’ es la más desganada), tampoco es que haya ninguna que nos deje impresionados.
Pero sí que hay cierta exploración de temas como la ambición y el poder (‘Crown of Barbed Wire’), la depresión (‘Sleepwalk My life Away’, con un punto bastante más groovie), la autoestima y la aprobación de los demás (‘Room of Mirrors’), la injusticia (‘You Must Burn!), la amargura por un amor perdido (‘Inamorata’, con guiño incluido a ‘My Friend of Misery’ tanto en letra como en el solo) o incluso los directos (‘Lux Aeterna’). Capítulo aparte merece la interesante ‘Screaming Suicide’, que recuerda por la elección de punto de vista a la propia ‘Sad But True’ del ‘Black Album’, o incluso a ‘The Downward Spiral’ (canción), y que usa el tabú del suicidio para llegar a un inesperado cierre optimista.
Esa intención se ve también en la más trash ‘Too Far Gone?’ (que pasa de la desesperanza a la auto-afirmación) o en ‘Chasing Light’ (“without darkness there’s no light”), que, además, cuenta con un efectivo estribillo con tremendo potencial de ser coreado en sus conciertos a través de la unión en los “lean on me!”. El principal problema de todas las canciones es una excesiva duración que acerca el disco a la hora y media, que muy pocas veces se siente orgánica, y que parece más un estirar por estirar que una búsqueda por experimentar con algunos solos o porque lleven a otro viaje dentro del mismo corte.
Paradójicamente, una de las que no se nota alargada de más es ‘Inamorata’, que con sus once minutos no solo es la más larga del disco, sino también de toda la discografía de Metallica. Hetfield hace en ‘Inamorata’ todo un viaje tras el fin de una relación que en su día le aportó felicidad y que, ahora mismo, le tiene un poquito en la mierda, y por momentos es prácticamente una balada, volviendo luego al terreno explosivo en el que se mueve este ’72 Seasons’. Tanto el solo posterior al puente como el de la coda final hacen que merezca la pena la duración, y otra en la que el minutaje lleva consigo grandes momentos es ‘You Must Burn!’, con un solo final de lo más disfrutable.
Duración aparte, el asunto de las letras acaba teniendo una importancia bastante relativa. Sobre todo cuando el disco arranca con tres pepinazos como ’72 Seasons’, ‘Shadows Follow’ y ‘Screaming Suicide’, incluye también temas tan inmediatos y que visualizamos coreándose como ‘Lux Aeterna’ y ‘Chasing Light’, y otros tan interesantes como ‘You Must Burn!’ o ‘Inamorata’, bañados todos en el buen hacer de los miembros de la banda (el ya mencionado solo de Hammet en ‘You Must Burn!’ es solo un ejemplo), que de nuevo está en compañía de Greg Fidelman.
En definitiva, en el año que marca el 40º aniversario de su debut, Metallica vuelven en un momento a priori favorecedor (aunque sus resultados en Estados Unidos no estén siendo los mejores, también por el huracán Morgan Wallen), y lo hacen con un disco que se nota meditado, que sigue la senda de mejora que percibíamos en el anterior y que, aunque no llegue del todo a sus ambiciosas pretensiones, sí se acerca, entregando un puñado de buenos temas en el camino.
Seguramente esto cristalice en conciertazos durante la gira con escenario 360º que empieza este jueves en Amsterdam, y que se alargará más de un año llevándoles por todo el mundo. Como comentábamos en la crónica de su concierto en Mad Cool, a Hetfield no le importa si les conoces de siempre o si eres un “Metallica virgin”: te da la bienvenida a la familia, y en este disco lo hace entregando un trabajo lleno de energía por más que las edades de la banda entren ya en la sexta década de la vida. Unas poquitas 72 seasons de más.