Música

Primavera Sound Madrid sobrevive a lluvia, bulos… y luego casi muere de éxito

Primavera Sound Madrid cierra su primera edición con 150.000 asistencias a lo largo de toda la semana pasada. 42.000 personas fueron a la jornada del viernes en Arganda del Rey, y 48.000, el sábado. Las 60.000 restantes proceden del Brunch Elektronik del domingo, el concierto gratuito en el Metropolitano de Pet Shop Boys, el improvisado show de Blur en La Riviera, los múltiples conciertos en distintas salas repartidas por toda la ciudad y ese inabarcable etcétera que lleva unos años caracterizando al festival.

No son los 253.000 asistentes de Primavera Sound Barcelona 2023, pero no está mal. Sobre todo teniendo en cuenta los 30 kilómetros que separan la Ciudad del Rock de Madrid, y que hubo que cancelar una jornada en Arganda por lluvia. Además, las mismas lluvias durante días seguramente desmotivaron la venta de última hora. Durante demasiadas horas la previsión del tiempo fue desoladora. Bien pensado, es una suerte que el festival se haya podido celebrar, pese a bajas tan importantes como Halsey o New Order.

De hecho, aunque ya ni nos acordemos, el pasado jueves se vivieron momentos desconcertantes respecto a la celebración o no de Primavera Sound Madrid. Circulaban todo tipo de bulos y manipulaciones por las redes sociales. Cada cual decidió dar su opinión, cuando estaban pronosticadas tormentas eléctricas a la misma hora a la que tenían que tocar Blur en medio de la nada. «¿Qué opinas de la cancelación de esta noche?», me preguntó una compañera que me encontré en el Metro. «Nada. ¿Hay algo de lo que opinar?», fue mi respuesta. ¿Qué había que decir cuando no se sabía ni siquiera si iba a diluviar, ni durante cuánto tiempo?

Y es que por un lado estaban los de que no había que cancelar, pues no existía la certeza de que fuera a llover (y al final no llovió tanto). Y por otro, los que aseguraban que se iba a cancelar todo porque el recinto estaba ya destrozado.

En esta última línea, se tuitearon fotos del recinto encharcado que en realidad eran de 24 o incluso 48 horas antes. Se compartieron fotos del montaje de escenarios que en realidad ya habían circulado en torno a una semana antes. Había quien perjuraba que la mismísima organización quería cancelar el festival porque no había vendido entradas suficientes. Y el baile de cifras en los mentideros había sido realmente rocambolesco. Hace no tanto alguien me aseguró que Primavera Sound Madrid solo había vendido 1.500 abonos. En un evento el mismo jueves 9 de junio, alguien dio la cifra de 20.000. Y de ahí pasamos a que el festival estuviera a punto de morir de éxito (al menos en lo que a Arganda respecta), cuando durante unas horas habíamos creído que no iba a celebrarse en absoluto, por una supuesta falta de interés del respetable, lo cual resultó otra invención por completo.

El recinto el viernes lució bastante lleno, a lo largo de su decena de escenarios, con momentos de grandes aglomeraciones, sobre todo cuando se juntaron los fans de Depeche Mode actuando con media hora de retraso, con los de Kendrick Lamar, que no acertaban a adivinar a qué hora iba a salir el rapero finalmente en el escenario contiguo. Y el sábado era evidente que el festival estaba abarrotado, que era un éxito y que allí había decenas de miles de personas con la pulserita de abono o entrada de día. No, no todo el mundo lucía como invitado, que es otra de las cosas que circulaban por doquier.

Tanta gente había allí, que no hubo forma rápida de huir de Arganda, salvo que fueras uno de los afortunados que reservó plaza en el parking hace tiempo. Antes de suceder el último dramático desplazamiento de asistentes de Arganda a Madrid en la madrugada del sábado al domingo (aquello terminó siendo la mañana del domingo más bien), la organización había dado una rueda de prensa a las 17.00 horas del sábado para hacer una primera valoración sobre esta edición. Y la conversación la capitalizaba el problema de los accesos, como es normal. El tiempo medio de llegada a un recinto de conciertos desde el centro de Madrid no puede ser de 2 horas y media. Más que nada porque eso es lo que tarda el AVE de Atocha a Sants, y la tentación del Fòrum sigue siendo demasiado fuerte. Sí, escaleras, incluidas.

Almudena Heredero, directora de Primavera Sound Madrid, aceptó que valoraría si continuar en Arganda. La razón principal es la movilidad, concretamente la movilidad en situaciones excepcionales de lluvia, como las que se han visto en Madrid estos días. Un 50% de plazas de párking quedaron inhabilitadas por las tormentas: “Solo se pudieron habilitar el 50% de las plazas de párking. Nosotros apostamos por un modelo de transporte colectivo con lanzaderas, también de taxis, pero es verdad que la falta de aparcamientos dificultó ayer los accesos al recinto y tuvo que ver con las zonas inhabilitadas por las lluvias”.

Sobre la posibilidad de cambiar de recinto, Heredero indicó: «La voluntad es continuar en Madrid. Creemos en Madrid y en los madrileños. Desde la próxima semana vamos a trabajar para 2024. Consideraremos Arganda del Rey, pero tenemos que reflexionar sobre varias cuestiones (…) Hay cuestiones que tenemos que evaluar para el futuro, como la movilidad y la meteorología, porque con el agua se sufre y se hace sufrir. Una vez reflexionemos, veremos, aunque este recinto es idóneo para el festival, con limitaciones de aforo y sin inclemencias del tiempo”.

El recinto sí es idóneo para el festival, porque permite la fácil accesibilidad de un escenario a otro, multitud de barras y puestos de comida, y multitud de baños por todas partes. También hay que elogiar dos cosas que no se pueden dar por garantizadas. Una es el ambiente. Parece un milagro que no se registraran incidentes en las colas de las lanzaderas, pese a que doy fe de que la situación era desesperada tras 1, 2 y hasta 3 horas en la fila. Por suerte no llovió, ¿os imagináis? Se me ocurren varios eventos donde creo que habría ardido Troya en la misma situación. Y todo lo contrario: el ambiente era sano, por momentos divertido (¿está por ahí el malabarista de vasos?), el personal responsable de acomodar al público aguantó estoicamente, y por ejemplo nosotros terminamos compartiendo una furgoneta de taxi con otras personas de la cola, resultando en una ridícula cuenta de 60 euros entre 5 personas, por 30 kilómetros de carrera.

Y por otro lado, está la espectacular línea artística, tan diferente al resto de festivales, tan preocupada por la paridad y el público LGTB+ (incluso con puestos de información y lemas sobre lo que es «normal»), que nos ha dejado conciertos de Rosalía, St Vincent, Caroline Polachek, pero también Kelela, Sevdaliza, Kyary Pamyu Pamyu, Villano Antillano… Es este un festival que lo mismo te trae a Moldy Peaches que a Laurie Anderson, a Bad Religion que a My Morning Jacket, y no son cosas tan fáciles de ver por aquí. Salvo casos aislados, se nota que el público ha pagado 200 o 300 euros por su abono, es decir, está muy interesado en escuchar música, y así, el silencio por ejemplo ante una propuesta tan arriesgada como la que ofreció Christine and the Queens fue sepulcral. No demos nada de esto por garantizado.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Sebas E. Alonso