Tras la gran acogida de ‘Spider-Man: Un nuevo universo’, una película cuyas ambiciones estéticas y narrativas la ubicaban un peldaño por delante de la gran mayoría de productos Marvel, llega el nuevo episodio de lo que se presume que será una fructífera saga. Con un panel de directores distintos frente a la anterior entrega, ‘Spider-Man: Cruzando el Multiverso’ retoma ese afán por ofrecer un espectáculo visual que combine las cualidades de los cómics con las cinematográficas. Nuevamente, el apartado estético es el principal gancho: diversas técnicas animadas convergen con fluidez, los colores explotan en la pantalla con enorme expresividad, la estética ultramoderna se funde con cierto aire retro propio de la época en la que se creó el personaje original.
El filme comienza con un prólogo donde no aparece el nuevo Spiderman, sino una Spiderwoman que ya fue presentada en su cinta predecesora. Si hay algo que inmediatamente diferencia a estas nuevas producciones de cualquiera de las aventuras previas del hombre-araña es su conciencia social y su voluntad por dar visibilidad a todo tipo de personas sin importar género o raza. Todos podemos ser héroes, ya no es exclusividad del hombre blanco heterosexual. Y aunque aún no se hayan atrevido a introducir de forma directa ninguna temática LGBT, sí que se puede establecer un paralelismo claro entre la experiencia de llevar una vida en secreto ante los progenitores y formar parte del colectivo queer, siendo la adolescencia -periodo de madurez y cambios fundamentales- el momento en el que los personajes sienten esa necesidad de mostrarse como son, incluso si el miedo a no saber si serán aceptados los invade. Una analogía que nunca se había hecho tan explícita en ninguna película de superhéroes.
El protagonista, Miles Morales, es un chico afrolatino de 15 años que fue mordido por una araña que le otorgó poderes sobrenaturales. En su universo, Peter Parker murió y él es el único y auténtico Spiderman, pero ya aprendió en su anterior aventura que no está solo: hay muchas más realidades y muchos más humanos arácnidos aparte de él salvando a la humanidad del mal. Sobre esta idea vuelve a girar la trama en esta ocasión, perdiéndose en un compendio de lugares y no-lugares y de normas internas que a veces se escapan de toda lógica. Su principal lastre narrativo es querer abarcarlo todo: traza temas interesantes como la corrupción del poder o los límites del bien y el mal que acaban quedándose en tierra de nadie.
‘Cruzando el Multiverso’ funciona mejor cuando se centra en los dilemas íntimos de los personajes y en su proceso de crecimiento que en los momentos de acción más desenfrenada. Lo cual no quiere decir que estas escenas no cuenten con la capacidad de dejar con la boca abierta por su espectacularidad técnica. Además, a su aire y estética “cool” les acompaña la acertada música original de Metro Boomin y sus colaboradores de lujo, entre ellos James Blake, Future o Lil Uzi Vert.
El agotamiento y la saturación del espectador se entrelaza con el apabullante despliegue de persecuciones y peleas épicas. El desarrollo es irregular, está excesivamente dilatado y en ocasiones una desafortunada tendencia al sentimentalismo se cuela en el relato de forma molesta. Pese a todo, este nuevo episodio lo tiene todo para entusiasmar a cualquier aficionado a las historias de superhéroes. Hay personalidad en su recargado envoltorio y también un palpable respeto por lo que cuenta, por realizar con sumo cariño una representación contemporánea de un personaje tan querido e importante para la cultura pop como Spider-Man.