Parodiado, homenajeado e imitado hasta la saciedad, el estilo de Wes Anderson es inconfundible: planos simétricos, una juguetona paleta de colores pastel, cierto estatismo en la forma en la que sus personajes navegan por la pantalla, un humor aparentemente naíf…
Aunque por mucho que sus formas seas tan reconocibles y fáciles de reproducir, en realidad un auténtico plano de Wes Anderson no lo puede hacer nadie más que Wes Anderson. Se ha debatido muy a menudo en los últimos años si su cine se ha convertido simplemente en una exposición formal vacía de contenido. ‘Asteroid City’ responde con rotundidad a ese argumento: absolutamente no.
La nueva película del director texano, rodada en Chinchón (si bien podría ser literalmente cualquier lugar del mundo), es una perfecta síntesis de todo lo que hace un cineasta mayor. Bajo su ligero y despreocupado envoltorio subyace una importante necesidad de plasmar las preocupaciones de nuestro tiempo. Anderson propone un juego meta-narrativo con el espectador, mostrando que la teatralidad de su cine es siempre compatible con una propuesta profundamente cinematográfica.
El filme, ambientado en los años 50, presenta a un grupo de personajes que se reúnen en Asteroid City, una diminuta población que cuenta con poco más de 80 habitantes, donde se celebra una convención de astronomía para niños prodigio. El concurso se verá interrumpido por hechos insólitos en la historia de la humanidad.
El guión de Anderson, engalanado con piruetas narrativas y dividido en actos y escenas, explora el dolor de la pérdida de un ser querido, el amor en diferentes etapas vitales y la incertidumbre de un mundo cambiante (preciosa manera de abordar la pandemia y sus estragos). La ansiedad de sus personajes adultos, atrapados en una existencia anodina y sin propósito, choca con las rebosantes ganas de vivir y descubrir de los más jóvenes. En ‘Asteroid City’, el simpático humor absurdo de Anderson se vuelve más amargo que nunca. Es su película más triste y, sin embargo, verla es puro disfrute.
En su prodigioso apartado visual (con la cámara buscando la composición perfecta en sus meticulosos paneos, el trabajo deslumbrante de iluminación, la extraordinaria dirección artística, etc.) no hay ningún plano que no esté al servicio de la narración. El cine de Anderson depende de manera evidente de sus formas, pero estas imágenes no funcionarían si no hubiese detrás un realizador humanista, enamorado de su universo y sus personajes. Rodeado, como siempre, de un reparto estelar (Jason Schwartzman, Scarlett Johansson, Tilda Swinton, Tom Hanks, Adrien Brody, Margot Robbie, etc.), el cineasta logra sacar lo mejor de sus intérpretes, convirtiéndolos en piezas irremplazables de su casa de muñecas.
‘Asteroid City’ funciona como cine de evasión y como una inquietante alegoría de tiempos inciertos. Es, en definitiva, una triunfante y melancólica exaltación de lo mejor de Wes Anderson.