Música

Kelly Clarkson / Chemistry

La historia del pop ha producido discos de divorcio históricos. Desde ‘Here, My Dear’ de Marvin Gaye a ‘Vulnicura’ de Björk, pasando por ‘Tunnel of Love’ de Bruce Springsteen, diferentes artistas han sabido canalizar los sentimientos de una dolorosa ruptura y de un posterior divorcio en obras de gran calado emocional, complejas y demoledoras, a menudo hasta el punto de resultar estomagantes.

A esta tradición acaba de sumarse Kelly Clarkson. ‘Chemistry’, su nuevo disco, nace de su divorcio de Brandon Blackstock, con el que se casó en 2013 y del que se divorció en 2021 citando “diferencias irreconciliables”. En la emotiva balada góspel ‘me’, Clarkson da una idea de a qué pueden referirse esas diferencias: “demasiadas veces cuestionaste mis intenciones, nunca te di motivos, tú eras el que tenías secretos”.

Ese tipo de lírica diarísitica prevalece en ‘Chemistry’, el disco más personal de Clarkson, según ella misma. Solo puede serlo un disco de divorcio, aunque las letras bordeen demasiadas veces los clichés del pop más sobados. En ‘Mine’, Kelly pierde “la esperanza en el amor” y “toda fe”. En ‘Lighthouse’ “busca un camino” para “sobrevivir”. En ‘Rock Hudson’ descubre que ella misma es su «propia heroína». Diría que una inteligencia artificial podría haber escrito estas letras, si esta misma frase no fuera en sí otro cliché.

Vagamente conceptual, pues las canciones de ‘Chemistry’ narran el “arco de una relación”, el disco contiene algún momento interesante en el aspecto musical. Las mejores canciones se inclinan hacia la torch song de Chris Isaak o Lana Del Rey, como el single ‘Mine’, cuyo estribillo contiene una referencia a ‘Olvídate de mí’, o el oscuro doo-wop de ‘Skip this Part’ que abre el largo.

Igual que unas letras sin profundidad que hablan de la ruptura de Clarkson como podrían hacerlo de cualquier otra persona, la mayoría de canciones de ‘Chemistry’ también pisan demasiado sobre seguro. Algunas están más inspiradas que otras, eso sí. ‘High Road’ es un buen homenaje al AOR de los 80, ‘Chemistry’ es un buen regreso al rock alternativo de los 90 y ‘I Hate Love’ -otro de los singles- hace uso de una melodía irresistible en el estribillo.

Pero demasiado pronto las canciones insípidas se van sucediendo: el blandísimo corte disco ‘My Favorite Kind of High’ no es que produzca un gran subidón precisamente, ‘Magic’ es otro cliché de pop etéreo, ‘Lighthouse’ es la típica balada sentimental al piano, y ’Rock Hudson’ es el tipo de pop-rock más inofensivo posible. En un disco ya inofensivo de por sí, blando como el algodón, ya es decir.

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Publicado por
Jordi Bardají