Humildemente, Alexanderplatz niega haber sido un pionero en el reconocimiento del folclore español y latino. Qué pena que se guarde la mordacidad para sus letras. Ahora que Rosalía es una estrella mundial y Rodrigo Cuevas, top 10 de Álbumes en España, algunos nos acordamos mucho de cómo cierta gente se reía de los pasodobles y boleros originales de su proyecto anterior, un grupo de culto llamado Klaus&Kinski. Uno de los miembros del dúo, Alejandro Martínez, llega a su tercer disco en solitario con la mezcla de guitarras eléctricas y sintetizadores a modo de identidad.
O al menos eso es lo que entendemos de la selección de los singles. ‘Afectuosamente suyo’ y ‘Virgencica’, que además aparecen unidos en esta secuencia, son sendas mezclas de rock y teclados, siendo el segundo víctima del propio caos que plantea su letra: «Si hay mil voces en cada cabeza, cada una rompiendo en mil piezas y en cada pieza una sola certeza / Voy a dejar de contar el tiempo que ha pasado, lo pasado es pasado pasado».
Ninguna está entre las mejores composiciones de este ‘Noches blancas, mañanas negras’. Es a partir de ‘Oración’, que cierra la cara A del vinilo pero bien podría abrir la B, que escuchamos a Alexanderplatz atinado, relajado y no tan arriba en la búsqueda de un estribillo tan potente como los de las mejores canciones de Klaus & Kinski. Con ecos de New Order, ‘Oración’ es una de las muchas canciones del disco que se revuelca en uno de los temas favoritos de Alejandro, la contradicción y la paradoja. En este caso de rezar por tener la oportunidad de dejar que tener que rezar.
También espontánea suena la mezcla de rock y teclados de ‘Veneno gratis’, con uno de los mejores estribillos del álbum: de «por qué razón no me pasa a mí» a su opuesto «Ay, Santa Isabel, cámbiame de piel, que me pase a mí». Siguiendo por el camino de la paradoja y de los incansables juegos de palabras, es imposible averiguar cuándo nos está contando la verdad el narrador de ‘Insultantemente exultante’. Gran título, por cierto. Lo mismo que ‘Ascética básica’. Lo que nos lleva a que es lo sobrio y sereno lo que mejor ha funcionado a Alexanderplatz en este disco. Esta ranchera. La reivindicación del country, armónica mediante, en ‘El arte de la fuga’, con una preciosa letra sobre desaparecer y sobre la libertad.
Pero sobre todo la canción sencilla que encontramos en la segunda parte del álbum. ‘Cada vez me echas menos de menos’ dará todo lo que esperaban a los fans de aquella obra maestra llamada ‘Soneto’. Una enrevesada descripción detallada y somera sobre la idiotez del ser humano en el amor que aún está vigente: «no me canso de escribirte, aunque no quieras hablar, si quisieras responderme, no te escribiría más», y así.
No exento de humor, como no podía ser de otra manera, el álbum se cierra de manera tragicómica con un tema sobre entregarse a la Guardia Civil y una producción dream pop que ejerce de despedida en este trabajo que podría cerrar una trilogía (o no). Klaus&Kinski publicaron 3 discos -la misma cifra a que ahora llega Alexanderplatz- cerrando el último con una maravilla como fue ‘Buceador’. Este disco se cierra con una despedida también («Tal vez es lo que debería pasar: el alistarme y luego desertar, porque así es como yo suelo acabar»), que esperemos que no sea premonitoria, o en el peor de los casos, suponga un punto y seguido. ¿Para cuándo un libro de poemas?
Alexanderplatz actúa junto a Parade hoy sábado 7 de octubre en el Café La Palma de Madrid, como parte del ciclo Escenarios Madrid de Vibra Mahou.