Conocida desde hace un lustro como poeta, pensadora, profesora y activista, además de por supuesto como cantante, Jamila Woods baja de tono para hablar en su tercer álbum exclusivamente de amor. Puede hacerlo de manera más o menos filosófica, pues sus letras son tan sencillas como hondas, pero lo seguro es que ahora temas como la brutalidad policial y el racismo aparecen tan sólo de manera muy tangencial, y en concreto cuando profundizas en el sentido último de cada frase y de cada interludio. Por ejemplo en la inclusión de un fragmento de conversación entre Nikki Giovanni y James Baldwin en ‘Send a Dove’, un tema que aboga por la paz en una relación.
La autora primero de ‘HEAVN’ y luego del celebrado ‘LEGACY! LEGACY!‘ ha reunido durante estos últimos 4 años una serie de ideas, textos y canciones sobre el amor, y finalmente les ha dado forma junto al productor Mcclenney
. ‘Water Made Us’, que toma su nombre de una cita de Toni Morrison, se ha orquestado de manera que luzca como el ciclo de una relación cualquiera, inspirada en varias experiencias de la artista. Lo has adivinado: se vende como «su disco más personal».La optimista ‘Practice’ -nueva colaboración con Saba- bromea sobre cómo evaluamos una relación en función de cuánto creemos que va a durar. ‘Thermostat’ propone olvidar el pasado, algo que solo se puede conseguir con alguien en quien puedas confiar. La mencionada ‘Send a Dove’ trata de huir de una relación tóxica («no guardes tu peor versión de ti para mí (…) ambos tenemos heridas que curar»). Y por el contrario, ‘Wreckage Room’ es una desangrada «torch song» entonada «desde los escombros».
Todo este toma y daca sobre distintas parejas se ve acompañado de un montón de interludios con conversaciones y monólogos. En ‘out of the doldrums’ escuchamos a un hombre contar «yo era un sinvergüenza y le advertí que no se casara conmigo (…) ¡y llevamos juntos 50 años!». A esa altura, ‘Water Made Us’ parece ‘Cuando Harry encontró a Sally’. ‘libra intuition’ es una carcajada mucho menos divertida y más prescindible sobre astrología. ‘I Miss All My Exes’ es un solemne poema, grabado en tomas muy diversas, sobre los recuerdos de diversos ex. ‘Unsent’ de Alanis era más bonita siendo mucho menos pretenciosa: esta parece una narración para una serie de Netflix tipo ‘Heartstopper’. Prescindibles e imprescindibles, algunos de estos pasajes hablados aparecen incluso como parte de canciones propiamente dichas.
Entre tanto pensamiento sobre las relaciones, a veces hay singles redondos, de hecho algunos de los mejores que jamás haya entregado Jamila Woods. Aun procediendo de Chicago, la artista se acerca al sonido británico de All Saints y Sugababes en canciones abiertamente pop como la cuca ‘Tiny Garden’, que justo se jacta de no «necesitar grandes producciones de mariposas o fuegos artificiales»; se cierra el álbum con el tema que contiene la idea de que el agua siempre vuelve a su estado original en la psicodélica ‘Good News’; y finalmente con la notable ‘Headfirst’. Mientras, el resto del disco pulula entre los grandes arreglos ostentosos (‘Bugs’) y las guitarras acústicas (‘Wolfsheep’). Guitarras indies que luego volverán en ‘Still’.
Sobre todas ellas brilla el segundo single, ‘Boomerang‘. El álbum se quita las legañas que pudiera tener a la altura de la pista 13 de 17 con esta preciosa y bailable composición sobre alguien que vuelve una y otra vez a nuestra vida, como un «boomerang». Cuántas canciones sobran sobre tragedias griegas, rupturas imposibles de superar, y cuántas faltan sobre aquel follamigo que nos divirtió, nos ilusionó cíclicamente y nos resolvió más de una noche, al margen de que te estuvieras preguntando si sería el definitivo, o si te daba igual después de todo.