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The Rolling Stones / Some Girls

Lo mejor: ‘Miss You’, ‘Beast of Burden’, ‘Lies’, ‘Respectable’

Después de su flojo ‘Black and Blue’ -que fue recibido muy tibiamente en 1976- los Rolling Stones se encontraban a finales de los 70 sumidos en una crisis creativa a la que se sumaba otra existencial: los booms respectivos de la música disco y del punk habían sacudido la escena musical mundial y ponían en entredicho la existencia de bandas como la suya.

Debido a los serios problemas legales de Keith Richards, durante 1977 Jagger tomaría las riendas artísticas del grupo, y en un año en el que apenas hicieron conciertos se concentró en componer, intentando recoger algo de ese “zeitgeist” de final de década para rejuvenecer sus canciones. El resultado más evidente de esos nuevos aires fue la fabulosa ‘Miss You’, con la que se inicia ‘Some Girls’. Los Stones no serían los únicos músicos veteranos en incorporar música disco a su nuevo repertorio, pero sí los primeros: a finales del 78 les seguiría ‘Do Ya Think I’m Sexy?’ de Rod Stewart, y ya en 1979 el ‘Victim of Love‘ de Elton John, ‘Another Brick in the Wall’ de Pink Floyd o ’Don’t Say Goodnight Tonight’ de Paul McCartney. Se puede afirmar también que el cóctel disco+rock de ‘Miss You’ es de lejos el más convincente e interesante. Algo que seguramente tiene que ver con esa habilidad de la banda con los “grooves”, que les hizo adaptarse a ese género sin gran esfuerzo…

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Legendariamente fiesteros, los Stones frecuentaban discotecas y por tanto conocían de sobra el estilo, el propio Bill Wyman sacó su después-muy-imitada línea descendente de bajo tras asistir a una fiesta. En cuanto a Charlie Watts, no renunció completamente a su clásico patrón 4×4, pero abriendo un poco el chaston en el ritmo entreabría simbólicamente las puertas del grupo a una discoteca imaginaria en la que Richards y Ron Wood dialogaban en un curioso funk-rock perfecto para el tema. La guinda es el poco elogiado piano Wurlitzer de Ian McLagan de los Faces, que rellena los huecos con burbujeante magia.

Mención especial también a lo bien que se integra en la canción un instrumento tan poco disco a priori como la armónica, así como las disfrutonas voces de Jagger, cantando sobre ahogar su desamor de fiesta en Nueva York con chicas portorriqueñas, pero a la vez sumido en una dolorosa contradicción: “No voy a echarte de menos / Pero supongo que me estoy engañando / Eres tú y nadie más / Dios, te voy a echar de menos”.

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‘Some Girls’ es también el primer disco en el que Ron Wood pasa a ser miembro oficial de la banda, después de haber aparecido en los dos anteriores como simple colaborador. Y algo de esa frescura de un nuevo comienzo se percibe desde luego en la eufórica andanada de rock de ‘When the Whip Comes Down’ y ‘Just My Imagination’. En ellas las guitarras suenan perfectas juntas, formando esa maravillosa simbiosis de tono crujiente, un ruido celestial en estéreo, con Keith y Ron repartidos en cada altavoz. Sólo ellos son capaces de sostener estas dos canciones básicamente de dos acordes, una uptempo y la otra midtempo, y permitirse ponerlas seguidas en el disco, y que suene a gloria.

Sobre este excitante lienzo (completado con un Charlie Watts gloriosamente exaltado) ‘When the Whip Comes Down’ retrata a un joven gay que se muda a Nueva York en busca de fortuna, huyendo de la supuestamente más homofóbica Los Angeles (“Yeah, Mama and Papa told me I was crazy to stay / I was gay in New York, which is a fag in L.A.”). Por otro lado ‘Just My Imagination’ es una preciosa reconstrucción rockista de una balada soul original de los Temptations, que describe una historia de amor imaginaria de ambientación también neoyorquina. Los Stones transponen con enorme habilidad la imaginería romántica e inocente de la original a un escenario más grasiento, indudablemente más setentas, que completa esta especie de trilogía neoyorkina que abre el disco.

La cancion ‘Some Girls’ está muy influenciada por el Dylan del ‘Rolling Thunder Revue’ en composición e interpretación vocal, pero también encierra mucho de los Stones más controvertidos: si ya el hecho de catalogar a las chicas por nacionalidades explicando cómo son y qué les gusta suena increíblemente “cringe” en la actualidad (y para mentes despiertas también en 1978), el verso “Black girls just wanna get fucked all night / I just don’t have that much jam” es directamente racista y machista, por más que la banda lo justificara diciendo que era “una parodia de alguien que tiene esas opiniones sobre las mujeres”. Una clásica excusa masculina a estas alturas tan familiar (“era broma, hombre”) que los propios Stones en realidad no compraban, porque en años posteriores se han encargado de omitir ese verso, o cambiarlo cuando la han interpretado en directo. Evidentemente la canción causó indignación y diversas organizaciones feministas llamaron al boicot. Hasta Jessee Jackson se pronunció en contra calificándola de “obscena y un insulto a la gente negra”.

Pasado ese problemático momento, ‘Lies’ parece simplemente otro número de rock musculoso, pero su tempo inusualmente rápido lo acerca a un sonido muy new wave. Entre las “mentiras” contra las que Jagger protesta en la canción supuestamente había una queja por las críticas de los punks contra dinosaurios de rock como ellos. Por eso quizá decidieron demostrar que ellos también podían tocar rápido (“Lies, lies, lies I catch on way too fast”), y pedir que dejaran de criticarles y les dejaran disfrutar (“Fire, fire upon your wicked tongue / Lies, lies, lies you’re trying to spoil my fun”). Ese veloz ritmo sumado al hecho de que en este disco Keith y Ron empezaron a usar por primera vez amplis Mesa Boogie (de sonido más agresivo) rejuvenecía muy convincentemente a estos “viejos”… que entonces en realidad sólo tenían treinta y tantos años. Por todo esto ‘Lies’ supone un cierre de cara tan perfecto, en bella sintonía con una rama del punk y la nueva ola que de hecho bebía directamente de ellos, de los New York Dolls a Mink DeVille.

La cara B parece plantear un serio cambio de tercio con el country de ‘Far Away Eyes’, que prácticamente recicla los acordes de ‘Sweet Virginia’ pero sin la misma magia. Un regreso al sonido campestre con un toque de humor que no acaba de dar en la diana, especialmente en esas estrofas en las que Jagger recita con exagerado acento.

Pero las cosas se encauzan con ‘Respectable’, otro pepinazo de rock and roll que tanto mira a su viejo maestro Chuck Berry como lo actualiza con un sonido más power pop. Solo de guitarra de Keith, y Jagger comentando acerca del cambio en la opinión pública sobre los Stones: “somos respetados en la sociedad / ya no nos preocupan las cosas de antes” y se mofa diciendo que hasta se meten “heroína con el Presidente” de los EE.UU. Droga que por cierto está también en el origen de la siguiente canción (‘Before They Make Me Run’). Se trata de un grito frustrado de Keith Richards por su situación legal del momento, que se prolongó hasta la misma grabación del disco, sobre la que flotaba aún la incertidumbre de si le caerían siete años de cárcel en Canadá por posesión de heroína o se libraría (finalmente salvaría el culo por ser, efectivamente, “respetable”).

Pero durante ese largo año la posibilidad de la condena fue real y ‘Some Girls’ se grabó con la ansiedad de que podía haber sido su último disco… algo de esa urgencia corre también, pues, por sus surcos. Desde luego en ‘Before They Make Me Run’ Richards puso mucho de sí mismo, cantando esta estupenda melodía y sus versos de posible despedida de manera íntegra: “Así que cuando todo esté decidido / habrá que moverse mientras siga siendo divertido / Déjame caminar antes de que me hagan correr / cuando todo esté decidido”.

El susto fue tan grande que ese fue el año en el que el guitarrista dejó la heroína para siempre, una droga de la que los Rolling Stones siempre hicieron gala para provocar y perpetuar su imagen de (millonarios) indeseables, otro de sus legados estéticos probablemente más nocivos, que irónicamente influiría pésimamente al mundo del rock en general, y en particular a esa generación de punks que en teoría les despreciaba: Sid Vicious o Johnny Thunders acabarían muriendo mientras Keith salvaba el cuello a tiempo.

El siguiente corte de ‘Some Girls’ enlaza muy bien temáticamente. Porque por más que ‘Beast of Burden’ (que fue otro excelente single extraído del disco) parezca simplemente otra letanía de versos dirigidos por Jagger a una mujer, rascando la superficie se descubre que en realidad ese “no quiero ser tu bestia de carga” se lo canta a Keith Richards en una entrañable doble lectura: la canción la escribió el propio Keith, con la idea de reconectar con Jagger para volver a tripular la banda juntos después de haber estado tan fuera de onda. Incluye referencias a su adicción: “Toda tu enfermedad, puedo soportarla / Échamelo todo encima, puedo con ello”.

Haciéndole cantar esos versos dirigidos a él mismo Keith logra una brillante pieza metatextual y firma otra de las grandes canciones de la banda, una pieza de excelente pop y guitarras con efecto “phaser” deliciosamente setenteras.

Que conectan magistralmente con el final de ‘Shattered’, canción que retorna a la suciedad rockera de buena parte del disco. De nuevo imágenes callejeras de Mick en la gran Manzana, fascinado por la imaginería preochentera y cachondo perdido: “La vida es una fiesta con cócteles en la calle / La Gran Manzana / Gente vestida con bolsas de plástico dirigiendo el tráfico / Es algún tipo de moda / Risas, alegría, soledad / Y sexo, y sexo, y sexo, y sexo.”

‘Some Girls’ es el último gran disco de los Rolling Stones. ‘Miss You’ sería, de hecho, su último nº 1. Un último gran logro en el que asimilaron tendencias modernas sin perder ni su esencia ni su musa, aun a costa de alienar a parte de su fanbase más rancia (“disco”, ya se sabe, “sucks”). También sería su último gran disco en cuanto a sonido, antes de que los 80 les hicieran perderse un poco en busca de producciones que les perjudicarían, algo que han arrastrado mal que bien hasta pleno 2023.

<b>Lo mejor</b>: ‘Miss You’, ‘Beast of Burden’, ‘Lies’, ‘Respectable’The Rolling Stones / Some Girls