“Siento que nunca he encajado en ninguna parte, pero es que tampoco quiero”, comentaba Mon Laferte en una entrevista reciente con Mondosonoro. ‘Autopoiética’, su último disco, no va a ayudar a eso, pues huye de adecuarse a un género concreto, y, de hecho, hace transitar a Mon por lugares por los que no la habíamos visto nunca. Lo mejor de todo es cómo pasa de uno a otro con una facilidad pasmosa; la cantante dice que es el disco en cuyo proceso de grabación se ha divertido más, y la verdad es que se nota.
Una diferencia respecto a obras anteriores es que, para ‘Autopoiética’, la autora de ‘Seis‘ ha querido plantear las canciones desde la producción, en lugar de empezar desde la melodía o desde la letra, que es como había trabajado hasta ahora. El ejemplo más claro de esto es el corte que da título al disco, una ida de olla en la que prácticamente usa solo tres o cuatro palabras durante toda la canción, y por la que se mueve sin que parezca que está impostando nada pese a que nunca nos hubiésemos imaginado a Mon en un technazo oscuro. Tampoco la hubiésemos visto haciendo reggaeton, y ‘No+SAD’ funciona como un tiro; tampoco hubiésemos pensado que una canción suya podría servir de BSO a la próxima peli de James Bond, y ahí está ‘Tenochtitlán‘ para que los amantes de Portishead o Hooverphonic salivemos con un disco de Mon que sea entero de trip-hop. La relación del título del disco (la teoría de la autopoiesis) con el hecho de reinventarse está sin duda presente durante todo el álbum.
Evidentemente, el aroma de géneros latinoamericanos clásicos sigue aquí y, aunque no sea de forma 100% pura, la chilena entrega aquí grandes números como ’40 y MM’, ‘Pornocracia’ o ‘Amantes suicidas’. La vitalista ‘Metamorfosis’, dedicada a su sobrino trans y con aparición hacia el final de la poetisa Esther Barría, también apunta a su idea de que lo clásico no sea rancio. En ‘Mew Shiny’ se acerca a la power ballad atreviéndose a mezclar inglés y español, y para cerrar el disco se le ocurre directamente mezclar una ópera con autotune, beats reggaetoneros y distorsiones de sonido. ‘Casta Diva’ es una referencia al aria homónima de ‘Norma
‘ de Vincenzo Bellini, y de hecho incluye un pasaje de ésta.Produciendo ella misma el disco, con ayuda de su fiel Manú Jalil, y de novedades como Magicenelbeat (el colaborador de Bad Bunny o Rauw Alejandro deja su huella en el reggaeton de ‘No+SAD’), Mon cuenta que trabajaba con el equipo durante el día, y que por la noche, cuando se levantaba a atender a su hijo Joel (nacido el año pasado), se quedaba despierta para trabajar en las letras. Quizás por eso, ‘Autopoiética’ tiene un toque de esa magia extraña que se siente en el estado de duermevela, y que conlleva que la propuesta sea arriesgada, imperfecta… y tremendamente interesante. Mon Laferte podría ahora sacar un disco de cada uno de estos géneros que ha probado por vez primera, pero también podría sacar una segunda mezcla de ellos, o volver a sus obras anteriores, o… lo que sea.
Con ‘Autopoiética’, Mon Laferte demuestra que es una de esas artistas que, acierte o se equivoque, tiene atractivo no ya por su obra, sino por su creatividad y sus ganas de no quedarse en un sitio.