No me caben en los dedos de ambas manos las personas que conozco que viven en Madrid pero no están en Madrid en estas fechas. La mitad pasa Nochevieja en sus pueblos, la otra mitad huye de ese terrorífico esperpento de aglomeraciones en que se ha convertido el centro de la ciudad, rumbo a cualquier lado menos esto. Aun así, un 30 de diciembre es la fecha escogida por Lori Meyers para cerrar ciclo -o algo así- en el WiZink Center.
Solo el graderío superior permanece cerrado, y la parte abierta luce abarrotada: hay más de 10.000 personas. En la pista se nota que no cabe ni un alfiler. El grupo anunció hace tanto tiempo esta fecha que entonces no sabíamos que estarían presentando singles nuevos de lo que puede estar por venir, que aun ellos mismos han de decidir lo que es. Pero el público tiene ganas de fiesta, lo que se nota desde el riff de la segunda canción, ‘Luces de neón’.
Lori Meyers habían abierto el set con una faceta más espiritual, la de ‘Seres de luz’, un tema que apela a la «nueva normalidad» seducido por la sensibilidad retro y zen. Las proyecciones apelarán a lo lisérgico o al surrealismo indistintamente, en ocasiones programando simplemente títulos de canciones como «Tokio» o incluso el nombre de la formación granadina, a lo Elvis, o a lo Beatles.
Las canciones del grupo evitan situarse en el tiempo. Bien ecualizadas y mezcladas, ninguna pertenece a una hipotética etapa indie del grupo, a una etapa 60’s, a una etapa rock, o a una etapa sintes. Todas parecen proceder del mismo tiempo indefinido para bien. Relucen las letras que han conquistado a varias generaciones; sorprende la cantidad de parejas de veinteañeros que se besan mientras suenan temas de todas las eras. Debieron de crecer mientras sus padres las ponían en el coche. Si acaso la voz de Noni suena algo saturada o quemada en los primeros instantes, como si se estuviera lanzando demasiado alto. Después, el efecto se resuelve en la mesa de sonido, o mi oído se acostumbra a la imperfección. Por lo demás, el grupo goza de esa profesionalidad adquirida a lo largo de más de 20 años de historia. Ya hace tiempo que los celebraron en el mismo sitio.
El público celebra igual canciones más antiguas como ‘Luciérnagas y mariposas’, como otras de su último disco como ‘No hay excusa’, que a la vista de todos en Spotify está lo que también han triunfado. Parece que es obligatorio, no obstante, traer a artistas a colaborar al WiZink, y son varios los que complementan el poder de los grandes éxitos. Los invitados aparecen en canciones menos conocidas, más nuevas, como para equilibrar el setlist.
Kora es quien pasa más desapercibida en ‘No me merecía la pena’, pero el final con Manola de la nueva ‘Tú ya no dices nada’, con ella y Noni cantándose a la vez diferentes cosas a la cara, queda muy bonito. También aparece James de Temples para tocar en ‘Hacerte volar’, pero es Anni B Sweet quien deja la colaboración más emocionante en ‘Sobrevivir’. Noni y Anni danzando sobre proyecciones psicodélicas y teclados pícaros, en su salsa. El pudor les impide besarse, solo se abrazan dos veces; el mismo pudor que evita los primeros planos en las dos pantallas durante todo el show. Es un concierto de sensaciones y artistas humildes en la sombra, más que de superestrellas. En la lejanía, incluso es difícil dilucidar cuántas personas hay sobre el escenario, o sus caras. Alejandro interpreta la preciosa ‘Océanos’ como siempre sin grandes alharacas, pareciendo el Noel Gallagher del grupo, pero sin su necesidad de protagonismo.
Otro de los invitados es un primo de Noni (Joseme de la Rosa o algo similar), que resulta que toca guitarra flamenca, sin que el grupo se hubiera enterado. Así se marcan un bis con el tema ‘Rumba en atmósfera cero’, aunque la gente esté más pendiente de hablar que de disfrutar del pequeño tablao.
‘Punk’ y ‘Religión’ son los momentos más desbocados del setlist, pero es un medio tiempo, ‘El tiempo pasará’, el que por primera vez levanta a toda la grada en la segunda mitad del show. A partir de ahí ya casi todo serán hits (con la excepción del mencionado tablao), y la recepción de ‘Siempre brilla el sol’, ‘Emborracharme’, ‘Aha han vuelto’, ‘Mi realidad’ y ‘Alta fidelidad’ era por supuesto un éxito seguro. Aquellos que tanto dudamos de algunas de estas canciones, damos palmas. Ni los que sí adivinaron que ‘Emborracharme’ era una de las Mejores Canciones de 2013 habrían imaginado la recepción de este tema casi en 2024. Noni sigue sin cantar «con las ganas que tengo de follarte»: ya lo hace el público enloquecido por él. Hay una parte del tema en que la gente canta el estribillo casi a capella. Es más, cuando el grupo se va antes del bis, el público vuelve a cantarlo una vez más, y en solitario.
Sin darse por satisfecho, Noni recuerda: «en Andalucía chillamos mucho, y aquí no estáis gritando nada» para terminar de levantar lo que ya estaba bastante arriba. «¡Ha sido espectacular!», exclama una persona a la salida. A veces te preguntas qué puede seguir emocionando al público de Lori Meyers, tras haberlos visto en 60 festivales por año. Son las canciones que les han acompañado ya toda una vida. 8.