Anoche soñé con ‘BYE BYE‘, el single estrella del segundo disco en solitario de Kim Gordon. La co-líder de Sonic Youth, separados y sin ningún plan de volver tras el divorcio de sus miembros principales, se reinventa a los 70 años. Y siento mencionar su edad, pero es que Gordon nos ofrece en esta canción lo que ni artistas de la generación de Kanye West, ni artistas de la generación de Doja Cat están sabiendo hacer: deconstruir los beats del trap, distorsionarlos junto a otros beats, por ejemplo industriales, insertarles unos ramalazos de distorsión guitarrera… por ejemplo para cuestionar ese arsenal absurdo de cosméticos, gadgets, y pastillas para dormir que el mundo nos ha convencido de que necesitamos.
‘BYE BYE’ es una producción vanguardista. Una de las mejores canciones de 2024. En un universo paralelo, ‘THE COLLECTIVE’ es una agrupación que consigue a mitad de esta década de los 20 que aquellos que pueden permitirse el lujo de convertir en éxito cualquier cosa arriesguen un poquito; que dejemos de ser esclavos de las redes sociales; o que al menos nos planteemos huir de la «sobrecarga sensorial» que nos inunda. En ese universo paralelo, este disco logra destruir patrones y derribar fronteras. Consigue que no se vuelva a copiar un beat de trap de manera tan sumamente holgazana en la vida.
Las intenciones de Kim Gordon, en cambio, no han apuntado tan alto al final. Este ni siquiera es su disco de rap, como habían proclamado algunos titulares. Simplemente ha pedido al productor Justin Raisen (Lil Yachty, John Cale, Yeah Yeah Yeahs, Charli XCX, Yves Tumor) que le mandase unos beats para improvisar cosas por encima. Y no porque el currículum de él se prestara a ello, sino porque al fin y al cabo ya había trabajado con él en el álbum anterior.
Esa lista de la anticompra que es ‘BYE BYE’ -ejecutada en el videoclip por su hija Coco- ya la tenía redactada, pero estaba dispuesta a inventarse sobre la marcha otros textos. Sonic Youth, siempre tan inquietos, habían realizado alguna tímida colaboración con el hip hop como ‘Kool Thing‘ con Chuck D tan pronto como en 1990, y ‘I Love You Mary Jane‘ tan pronto como en 1993. Gordon es una gran seguidora de Nas, Schoolly D o Vince Staples actualmente, pero su intención no ha sido la de destruir. Simplemente hacer algo con más beats. Beats que le parecían tan intensos que decidió que las letras tenían que ser más mundanas.
Así, asistimos a una ristra de canciones más o menos impenetrables, que indistintamente se refieren al sexo («bésame» en ‘Shelf Warmer’), a lo cotidiano («Los Ángeles es una escena artística» en ‘Psychedelic Orgasm’) o a la política. La composición más clara, la que puede entender inmediatamente todo el mundo y sin esfuerzo es ‘I’m a Man’. En ella Kim Gordon se pone en boca de un tío, uno salido de otro siglo, que no entiende nada del movimiento generado a su alrededor: «No me digas que soy tóxico, porque simplemente soy como tú, solo que no es mi culpa haber nacido hombre». Más datos: el disco ha salido a la venta exactamente el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Con otros temas como ‘Treehouse’ dejando más dudas sobre su cometido -aunque hay títulos tan prometedores como ‘It’s Dark Inside’ y ‘Dream Dollar’-, son los ritmos o el contraste entre los mismos con la voz de Kim Gordon, lo mejor de ‘THE COLLECTIVE’. ‘The Candy House’ tiene todo el flow de una producción de Timbaland o Playboy Carti, mientras la toma vocal pasa de lo emocional y trémulo a lo ininteligible. Mi reino porque esto se viralice en TikTok (red mencionada en este disco) y termine entrando en el Billboard Hot 100. ‘I Don’t Miss My Mind’ como producción arrastrada podría ser una respuesta a los Pixies, como ‘Trophies’ a Käärijä. Guitarras y trap vuelven a encontrarse en la casi sexual ‘Shelf Warmer’, mientras una maraña apocalíptica invade la segunda parte de ‘The Believers’. Ojalá esta locura industrial, con su drop y todo, estuviera inspirada en los fans de Justin Bieber.