En este mundo loco de publicaciones y colaboraciones, no sé si somos conscientes de la excepcionalidad de lo de Alizzz. Un productor que consigue instalar su propia voz en el imaginario colectivo, y haciendo una música muy diferente a aquella por la que era conocido. El co-autor y productor de ese clásico del siglo XXI llamado ‘Antes de morirme‘ y de discos de urban tan definitivos como ‘Ídolo‘, en solitario se dedica más bien a bucear en los estilos que mamó de adolescente.
Nacido en 1984, es decir, algo mayor que Rosalía y C. Tangana, Cristian Quirante se empapó de Brit Pop e indie nacional a finales de los años 90. ‘Beetlebum’ de Blur, ‘Una semana en el motor de un autobús’ y Extremoduro eran algunas de sus debilidades antes de adentrarse en la electrónica. Por eso su primer disco ‘Tiene que haber algo más‘ conectó igualmente con el público que le conocía gracias a temas como ‘Llorando en la limo’ y con otro más talludito.
Su sucesor tras el EP ‘Boicot’ es continuista, aunque con matices. Alizzz sigue la máxima «si no está roto, no lo arregles», solo que ahora dotando de mayor protagonismo a las guitarras eléctricas de Ferran Gisbert. Son un tipo de guitarras que no empujan el disco hacia el noise, hacia el metal o hacia el grunge, como en los últimos tiempos han hecho Grimes, Poppy u Olivia Rodrigo. Distorsionadas, adulteradas y tratadas hasta la extenuación, se confunden con sintetizadores, más en la línea del sello DFA.
Así, tiene guasa que el single ‘Despertar’ cuente con una de las voces más hermosas de la escena, la de Maria Arnal, y sea el riff lo que realmente te termine martilleando el cerebro. Es una canción que en un momento dado recuerda a ‘Kiss’ de Prince, pero que en verdad se llena de interferencias, como ese amor que tanto duele: «He vuelto a despertar en mitad de la noche, pensando que aún estás, gritando tu nombre».
Pocas veces un single representó tan bien lo que después encontramos en el álbum. El mismo truco de guitarras tratadas volverá a aparecer constantemente en otros puntos, como en el nuevo single ‘Dónde estás’, cuyo vídeo se ha estrenado en exclusiva en Filmin; o en ‘Destellos’. Incluso cuando las canciones viran hacia otros estilos, contienen guiños que recuerdan dicho leit motiv, como se ve en los dos temas finales. ‘Solos tú y yo’ era una balada doo wop junto a Cuco hasta que se rasga. «Baby, estoy loco, y medio roto», termina diciendo la letra, mientras la producción expresa exactamente lo mismo. Y después ‘Vuelve a disparar’, típica balada de cierre épica y ambiental, incorpora igualmente un desvarío de elementos sintéticos emparentados con Kraftwerk y OMD.
La cohesión la hallamos también en unas letras totalmente pasionales y coloquiales. «Me cago en todo» y «me fumo uno y después me enciendo otro» son algunos de los ganchos de la muy Strokes ‘Mirando al techo’. «Hoy vivimos y mañana nos vamos» y «no me importa el futuro ni el banco», los de ‘Destellos’. En ‘No ho sé’ con Renaldo i Clara, esta interpreta la parte más sucia de la canción, en contraste con su voz naíf.
Si todo el disco se ha orquestado en torno a la idea de la «Conducción temeraria» porque el artista dice vivir «de un modo un poco temerario en lo personal y lo personal», gran parte de la imaginería del disco gira en torno a esa misma idea. Un intermitente construye el ritmo de ‘Carretera perdida’, una referencia a David Lynch solo que aquí con cierto aire de rumbita y bossa. En ‘Destellos’ estampa el coche que vemos en la portada contra una pared. En ‘Vuelve a disparar’ le oímos suplicar «Vuelve a disparar y remátame», como si fuera un cervatillo atropellado. Alizzz sí que sabe cómo 1) conectar con la gente y 2) redondear un buen disco.