‘Volveréis’, la última película de Jonás Trueba, uno de los cineastas españoles más singulares y reconocibles de la actualidad, reúne nuevamente a dos de sus actores fetiche, Itsaso Arana y Vito Sanz. Ambos interpretan a una pareja que ha tomado la decisión de dejarlo tras 14 años juntos. La noticia pilla a todo su círculo de familiares y amigos desprevenidos, pero no tanto por el hecho en sí, sino porque deciden que quieren organizar una fiesta para celebrarlo.
A la vez que los personajes se preparan para este evento, Trueba disecciona los restos de su dinámica de pareja. En la descripción de sus características, tanto juntos como individualmente, es donde se encuentra lo más valioso de una película que busca y consigue ser tan ligera como profunda.
El cineasta ofrece un interesantísimo contraste entre la ausencia de conflicto que la pareja se empeña en mostrar ante su inminente ruptura, con la realidad de lo que ello conlleva: reestructurar todo un modo de vida nuevo, readministrar todo lo que un día construyeron juntos. Hay algo muy bonito y sincero en el modo en el que los personajes van dándose cuenta de la dimensión de su decisión, y también en su seguridad en afrontarla con total naturalidad.
El concepto del que parte ‘Volveréis’ -ganadora del premio a la mejor película europea en la Quincena de cineastas de Cannes- llama la atención inmediatamente por su originalidad, pero también porque en manos de otro cineasta, podría haber sido una comedia ridícula. En cambio, Trueba y sus fantásticos actores / co-guionistas, encuentran el tono adecuado para hacer que nunca levante los pies del suelo. Pese a la alocada idea de su premisa, el filme es realista en todo momento, y encuentra un convincente balance entre los momentos cómicos y los dramáticos.
Aunque la dificultad de crear toda una narración basada en esa simple idea era muy alta, y ‘Volveréis’ sufre ligeramente por ello: especialmente en su algo alargado tramo central, la película cae en una excesiva reiteración de ideas. Por suerte, Trueba acaba saliendo airoso gracias al desparpajo de sus intérpretes y a unos diálogos bien escritos.
Con todo, su cine sigue siendo una refrescante rara avis en el panorama nacional contemporáneo. Mientras que un gran porcentaje de cineastas españoles se inspira cada vez más en historias rurales y en el realismo social, Jonás Trueba se fija en las comedias burguesas y urbanitas de Woody Allen o Eric Rohmer. Aquí Madrid vuelve a ser retratada casi como un personaje más, bajo una mirada romántica, idealizada y llena de amor. Sus personajes no solamente habitan en ella, sino que de cierta manera, encarnan su espíritu.
Además de a su querida ciudad, Jonás Trueba rinde también un bonito homenaje a su padre, Fernando Trueba, regalándole una breve pero importante presencia en la película. De esta forma, todo vuelve a quedar en petit-comité: ‘Volveréis’, como todo su cine, está hecha entre familiares y amigos. Y de ahí surge esa naturalidad y frescura tan característica y que tan bien le funciona. Este es otro entrañable capítulo en una filmografía coherente y cada vez más prometedora.