Música

¿Pero qué tiene que tener una actuación de MTV para gustar?

Que los premios MTV no son lo que eran es la misma aburrida cantinela que se viene repitiendo casi todo el siglo. Para colmo, por si la decadencia de la televisión no era suficiente, llegó la decadencia de Youtube. Ahora que el visor de Google tampoco es lo que era a causa de TikTok; ahora, insisto, suben las actuaciones en alta de manera inmediata.

Y aun así, las cifras de los shows que estamos viendo el día después se quedan muy cortas. Cualquier vídeo de Eurovisión, qué digo, del Benidorm Fest, te hace más audiencia en Youtube en pocas horas. No se puede decir que los artistas no lo intenten. Que se lo pregunten a Katy Perry. Su pedazo de medley de 9 minutos ha tardado hasta 14 horas en acumular 1 millón de visitas. Convenció solo a medias.

Receptora de un Video Vanguard Award y de un premio a la actuación más icónica de la historia por ‘Roar’ que no merecía en absoluto, intentó demasiado en poco tiempo. Pitchfork la sitúa como lo peor de la noche. Ya será menos, compañeros: ya solo el inicio volador con ‘Dark Horse’ y ‘ET’ fue asombroso, de cortar el hipo. Su dúo con Doechii promete. El problema vino después.

Las canciones luminosas de su era más exitosa no encajaban con el resto. ‘California Gurls’ sonó estupenda recargada de French Touch y cierto recuerdo a Stardust. Pero ‘Teenage Dream’, ‘I Kissed a Girl’ e incluso ‘Firework’ quedaron planas. Y si su idea era relanzar ‘Lifetimes’ como colofón final, no funcionó para nada ni para quienes la defendimos. Sonó demasiado recortada.

La noche en verdad había empezado bien con Eminem: la recreación de su actuación del año 2000, las pelucas rubio platino, Post Malone bebiendo, el público LIVING, Taylor Swift incluida… Si es que ‘Houdini’ es un hit, digan lo que digan, y eso no es nada fácil de conseguir después de los 50. Pero la cosa empeoró cuando Eminem quiso meter la balada con la que pide perdón a sus hijos, ‘Somebody Save Me’. Muy buenas intenciones, pero una actuación no pegaba con la otra ni con Super Glue 3.

Y la noche se cerraba también con hip hop, con un medley de LL Cool J celebrando el 40º aniversario de Def Jam. Era una manera muy justa de situar lo que han significado 40 años de MTV también, pues el rap ha sido el pop de todos estos años. Eso sí, el momento rapero megavestido vs bailarinas megadesnudas, evidentemente ya no es un reflejo de la sociedad, por suerte. Los bailarines de Megan Thee Stallion eran más inclusives. Una pena que su repertorio se perdiera un poco en canciones que están siendo tan “miss” como “hiss”. ¿Soy yo o el rap está definitivamente en crisis?

Si se trataba de rememorar viejos tiempos con gracia, Halsey estuvo más acertadilla con su homenaje al grunge de los 90, tan pertinente a través del éxito de Olivia Rodrigo. Apareciendo en bici en el garaje de una casita rindió tributo a los tiempos en que los grupos se fraguaban ahí mismo. Teñida de rojo, era la mismísima Dolores O’Riordan actuando con el mismo corte en la gala de Pavarotti & Friends. Solo que su micrófono le dio problemas. Por eso suponemos que ha sido la última en subirse a Youtube.

Otro que apostó por un tema nuevo fue Shawn Mendes, por tanto pasando algo desapercibido entre tanta parafernalia, por mucho humo y montaje que tratara de meter. Algo que no le pasó a Camila Cabello, que contó con momentos visuales muy potentes, llenos de mensaje, inconformismo y violencia contenida. Contenida al principio, porque acabó rompiendo un portátil como quien antes rompía una guitarra.

Igual de efectista a su manera, GloRilla hizo arder el escenario, un juego que nunca falla, apostando exactamente por sus 2 canciones más populares en este momento: ‘Yeah Glo!’ y ’TGIF’. Fue de las pocas de toda la noche que tuvo semejante hallazgo.

Y es que muchas veces quienes actúan en este tipo de ceremonias se pierden en featurings innecesarios, medleys innecesarios y atrezo innecesario. Y para muestra, Lenny Kravitz. Cuando todo iba súper bien con ‘Are You Gonna Go My Way’ y más o menos bien con ‘Human’ (un tema de este año), decidió introducir a Quavo a un infierno de Auto-Tune pegado. ¿Pero por y para qué? Claro, en Estados Unidos nadie vio Eurovisión 2019.

Quien tampoco debe de ver Eurovisión es Benson Boone. De lo contrario, jamás se habría vestido de ABBA 1974 para interpretar una de sus conocidas pseudobaladas. ¿Y esas piruetas también le pegaban? Le salieron bien, enhorabuena, felicidades, pero no le perdonamos el susto, porque por dos veces le vimos en ER.

Más suelta en el twerking pero mucho menos en la voz, Anitta convenció con una escenografía en rojo y un montón de actitud, como en la parte de funk brasileño para la que la habían llamado. Y no solo subió a Fat Joe y DJ Khaled, sino al argentino Tiago PZK que, como ella -playback aparte-, salvó los muebles con casi tanta gracia. Hicieron buena pareja. Veremos qué tal con The Weeknd.

Siguiendo con Latinoamérica, Rauw Alejandro hizo un show elegantote tipo gangster, precedido de una parte pregrabada cinematográfica en clave de humor. Su reivindicación de bomba y plena fue preciosa, él estaba precioso y cada vez baila mejor. ¿Por qué no se está hablando nada de la actuación de Rauw Alejandro? ¿Acaso porque mejor no preguntar por qué no acudió Rosalía a interpretar el hit ‘New Woman’ junto a Lisa? Esta sirvió sola la parte más comercial de este tema, no fuera a ser que alguien cambiara de canal, y finalmente en ‘Rockstar’… pues resultó algo más horterilla. No se hace una canción moderna, para recular luego.

Entre lo mejor de la noche, Chappell Roan. En lugar de meter sus 7 hits actuales en 4 minutos interpretó, centradísima, solo el último y mayor de todos ellos. Y ‘Good Luck, Babe!’ ganó con su performance guerrera, bien coreografiada y lustrosa. Falló la toma vocal, inaudible por momentos, como si se estuviera reservando para el grito final.

También, Sabrina Carpenter. Dentro y fuera del escenario. Dentro, ofreció un medley de los 3 singles que han presentado ‘Short’N’Sweet’ con la misma estética más o menos, lo que ayudó a 2 cosas: a mimetizarse con la imagen astronauta de los propios VMA’s, y a unificar el sonido de su disco, tan variado. Y fuera, porque sus caras y bailes viendo a otros artistas, especialmente devorando a Rauw Alejandro, fueron un poema.

Con sus pros y sus contras, los VMA’s fueron entretenidos. Por ejemplo, arreglándoselas para evitar pausas en ocasiones entre actuación y actuación, como de Rauw Alejandro a Halsey. Es sólo que después de 40 años de historia, de fuegos artificiales, de saltos por los aires, hogueras y beefs, ha llegado un punto en que nada nos puede impresionar.

Por eso creo que mi actuación favorita de la noche fue la de Karol G. Ella salió allí, y sencillamente hizo su hit actual, desmelenado, entre el público y los chiringuitos, y además en directo. La toma vocal era tan buena que parecía playback pero no: faltaron demasiados trozos de la canción, habría sido disimular demasiado bien. ¿Y no es ese momento en que hace bailar latino a Taylor Swift el más memorable de la gala?

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