La sorpresa del nuevo disco de Lady Gaga compañero de ‘Joker: Folie à Deux’ ha sido recibida con entusiasmo por los fans, no tanto por el público general, que no se está acercando a escucharlo. Gaga lo conceptualiza como un disco interpretado por Harley Quinn, su personaje en la película, pero también como una extensión de ella misma. Gaga se identifica con ese personaje que representa a una “mujer compleja que quiere ser lo que quiera en todo momento” y que no permitirá que nadie “la encasille”. Una descripción que aplica a la misma Stefani Germanotta y a toda su carrera.
A falta de escuchar estas canciones en el contexto de la película, el acercamiento de Gaga al pop tradicional en ‘Harlequin’ la aleja del conservadurismo de sus dos discos con Tony Bennett sin liberarse del todo. Gaga vocalmente suena desatada en los alegres big band de ‘If Ny Friends Could See Me Now’ o ‘That’s Entertainment’ aunque, en el aspecto musical, sean dos adaptaciones francamente ordinarias; estupendamente arregladas, eso sí.
‘Harlequin’ sí es un disco que musicalmente no se encasilla. Que el resultado de ese experimento sea “interesante y original”, como prometió Gaga días antes del lanzamiento del álbum, se puede poner a debate. Esta observación se evidencia en las dos piezas originales escritas para la ocasión. ‘Happy Mistake’ sí es una buena balada de Lady Gaga en su faceta más Americana, y es una canción que probablemente está a la altura de ‘Million Reasons’. Por contra, ‘Folie à deux’ no pasa de ser un vals poco destacable en forma y fondo.
Luego, es cierto que Gaga hace lo que quiere con algunas canciones, para bien y para mal. Es sorprendente que haya elegido ‘The Joker’, una bossa de 1966, para meterle guitarras garajeras a lo Strokes. Además, Gaga suena especialmente entregada a su papel de Harley Quinn, aunque la versión no termine de funcionar. Por otro lado, su cover de ‘Close to You’ es una auténtica curiosidad. Gaga convierte el clásico de los Carpenters en una bossa, moldea la melodía a su antojo y, al final, deja que el instrumental corra libre. Es la canción del álbum que más se suelta, y se echa de menos que ‘Harlequin’ siga su pauta.
Sobre todo porque en ‘Harlequin’, a pesar de su concepto liberador, prima una sensación de guardar las formas, de no romper demasiado las reglas. En ‘Oh, When the Saints’ es honorable la decisión de recuperar este clásico de los black spirituals de los años 50, no tanto que Gaga lo convierta en un rock ‘n roll surfero básico a más no poder; su versión, tan estirada, la hace parecer música de stock. Del otro lado, Gaga suena pletórica versionando ‘Get Happy’ o ‘That’s Life’, pero el mundo no necesitaba nuevas covers de estas dos canciones adaptadas ya mil veces, sonando además exactamente igual que esas veces.
En ‘Harlequin’ esa sensación de suciedad y dejadez reflejada en portada e imágenes promocionales apenas se intuye en la pantanosa ‘World on a String’ y se echa de menos en el resto del álbum. Sin embargo, al final una buena interpretación y un arreglo pintón pueden imponerse a cualquier decepción inicial. Sobre todo es imposible resistirse al júbilo oldies de ‘Good Morning’, una canción de los años 30 que sonó en ‘Bailando bajo la lluvia‘. Gaga no la pervierte de ninguna manera, pero qué bien le sienta el doo-wop, de todas formas.