El cambio de nombre ha sentado muy bien a The Blessed Madonna: sus pasos durante los últimos años nos han hecho olvidar por completo el día en que la conocimos como DJ pinchando en el Sónar bajo el alias The Black Madonna. Su excelente disco de remixes para Dua Lipa -aún de las pocas artistas que comprenden lo que es una remezcla– la puso en el mapa ya rebautizada, y luego vinieron otros éxitos, a destacar ‘Marea’ con Fred again.., uno de los hits más inesperados de los últimos años.
‘Godspeed’ se considera el disco de debut de la artista, un mamotreto de 24 pistas que incluye momentos techno, house, acid, disco, experimentales, incluso góspel e incluso pistas habladas. El padre de The Blessed Madonna ha fallecido sin poder escuchar esta obra, únicamente le dio tiempo a saber de su existencia, y eso ha influido a la productora, que ha querido incluir conversaciones en el estudio que devanean entre lo trascendente y lo cotidiano. Su objetivo era no hacer un disco dance al uso.
Oímos por ejemplo un diálogo que aboga por la autenticidad: «como decía Quincy Jones, si estás en una sesión y empiezas a pensar en el dinero, Dios abandonará la sala». También unas palabras de su padre sampleadas en ‘Somebody’s Daughter’, tipo «llena mi corazón de alegría». Aunque es dudable que la extraña estructura de esta canción, entre el techno, el spoken word y el sonido ambiente, esté ejecutada de manera óptima.
The Blessed Madonna no se ha dejado llevar por la pela en este disco, hasta el punto de olvidarse también de crear un mínimo de dinamismo, algo imprescindible en un disco y desde luego en una sesión. ‘Club Future Nostalgia‘ lo sabía muy bien. Aquí las canciones caen víctimas de su lugar en la secuencia, de su monotonía o de sus propios altibajos. ‘Carry Me Higher’ es un gran ejemplo: a lo largo de sus 5 minutos y 15 segundos, te da tiempo a adorar la voz de Danielle Ponder, y también a adormecerte. Como sucedía con aquellos CD’s de Felix Da Housecat que te comprabas a ciegas en los 90, muchas pistas las olvidas según pasan, pero otras son tan espectaculares que sí merecen tus euros.
‘Godspeed’ despierta cuando aparecen seguidas ‘Serotonin Moonbeams’ y ‘Edge of Saturday Night’ tras ese muermo llamado ‘Henny, Hold Up’ que en absoluto funciona como pista 4 de 24. La primera con su piano housero y su pseudo-silbidito; la segunda alternando también el piano de su estribillo con unas estrofas robóticas y aparentemente carentes de melodía. Es un puntazo ver cómo Kylie se desenvuelve sobre ese bombo tan simple y machacón antes del coro.
El disco alterna pistas que debieron ser interludios como ‘Back 2 Love’ con otras tan bien desarrolladas como ‘Count On My Love’ o ‘Brand New’, esta con todo el falsete de James Vincent McMorrow y un punto cósmico. Misteriosamente, ‘Godspeed’ ofrece hacia el final algunos de sus mejores recursos, muchos de los cuales beben de la música disco clásica de un Sylvester, como ’Secretariat’ o la estupenda ‘Mercy’ con Jacob Lusk. Te gustará si te gustan Jimmy Somerville y Hercules & Love Affair. ‘Happier’ con Clementine Douglas, el típico hit dance que pega en UK, llega asimismo demasiado tarde. Este disco habría sido estupendo orquestado prácticamente al revés.