¿Alguien entiende qué pintaban Cariño asociadas a esa etiqueta llamada tonti-pop? Si ya en los 2000 el término fue un cajón de sastre en el que cabían artistas que lo único que compartían era el público, como La Casa Azul o L Kan, su vuelta a la palestra era igual de absurda. Cariño deberían ser recordadas, por ejemplo, por haber dado visibilidad a la bisexualidad en uno de sus himnos, lo cual ya tiene más valor que muchas carreras de pop supuestamente inteligente, sea lo que sea eso. Quizá no merece la pena darle más vuelta: la gente que hablaba de «tonti-pop» de manera peyorativa no parecía especialmente lista, de todas formas.
Por otro lado, el trío compuesto por Paola Rivero, Alicia Ros y María Talaverano, sin renegar de la etiqueta, pues en su momento la abrazaron por los grupos de Elefant que les sirvieron como inspiración, aseguran estar en otra etapa vital. Y sin embargo, ‘TANTO POR HACER’ tampoco deja claro cuál es esa etapa. Comenzar el disco con un medio tiempo, contar con una balada a piano como ‘Siempre pierdo todo’ o involucrar a otros artistas en la composición -a Alba Morena, por ejemplo- no implica necesariamente la madurez: estamos ante una obra eminentemente continuista, pese a algún detalle.
Podemos encontrar en ‘Planeta raro’ o ‘B2B’ algún resquicio de j-pop. Las baterías o cajas de ritmo pueden acercarnos a un drum&bass. Hay cierta querencia por las guitarras eléctricas emo que empujan el sonido de Cariño hacia el de gente como Pignoise. Otras veces se mueven entre el indie y los fraseos más habituales en el trap, como Cupido. Pero ninguno de los ejercicios es demasiado radical. Al final, una vez asimilado ‘TANTO POR HACER’, concluyes que es un error lo mismo hacer de menos su trabajo que tratar de explicarlo demasiado.
Ya lo dicen ellas mismas en una de las letras, que «no querían escribir de amor», pero lo han hecho. ‘Hay magia’ referencia el «amor adolescente, como cuando tenía 20». Estas son las Cariño de siempre, y son más que bienvenidas.
Lo mejor del grupo desde el principio fueron las melodías vocales y los coros que se hacen unas a otras, llevándonos a los tiempos del bubblegum. Por eso ‘llorando en la acera‘ es mi canción favorita de Cariño. En ‘TANTO POR HACER’, el pre-estribillo de ‘Y yo que pensaba’ y el estribillo de ‘Lo noto’ están entre los nuevos «highlights». Tan cierto es que el grupo no nos ha dejado esta vez himnos del tamaño de ‘Bisexual’, como que el álbum se crece en su último tramo, con varias grabaciones que no han sido seleccionadas como single.
‘No quería escribir de amor’ recurre a las guitarras acústicas en su momento álgido en contraposición al resto de la canción, más eléctrica y sintética. «No quiero llamar vida a lo que hay después de ti» será otra frase coreable en sus conciertos, extraída de ‘La última vez’. Y ‘Puesta de sol’ narra un recuerdo lejano en la playa con ese carácter agridulce que dota de tanto encanto a Cariño. Da igual maduras que infantiles, emo que electrónicas, lo importante es que las composiciones de Rivero, Ros y Talaverano continúan curando heridas arrancando además una sonrisa.