Entre los nombres de la música hispana que han despuntado en los últimos tiempos se encuentra Çantamarta, el trío de Luis Lozano, Beni Casado y Omar Molina que se ha hecho notar proponiendo una divertida mezcla de géneros y culturas. Su particular visión de la cumbia o la salsa ha dejado aciertos como ‘Lluvia’ o ‘Chinita’, aunque ha sido su unión con rusowsky en ‘Liit’ la que ha llevado al grupo al siguiente nivel.
La música de Çantamarta presenta similitudes con la del colectivo Rusia-IDK por su carácter mutante y glotón; sin embargo, Luis, Beni y Omar fijan la vista en América Latina y su propuesta se vincula a la “diáspora” y a lo “transfronterizo”. Entre los tres suman, en este orden, un venezolano y dos andaluces; el primero además ha vivido en Colombia, y el tercero es nacido en Barcelona.
El hecho de que el nombre de Çantamarta haga alusión al pueblo de Santa Marta, en Colombia, utilizando la “ç trencada” catalana o francesa para resaltar el componente multicultural del proyecto, refleja la filosofía de Çantamarta. Sin embargo, esto no es, ni de lejos, lo más interesante de su propuesta, que, en su debut, ‘PASARELA’, ofrece varias cosas.
‘PASARELA’ abre y cierra con dos de sus composiciones más ambiciosas. Las rítmicas percusiones de la pista titular sirven de apertura señalando la influencia afrocubana de Çantamarta, pero el trío agrega textura incorporando efectos de pistola o sonoridades de la samba o el neo-soul. ‘MAYÉ’ se despide con una producción majestuosa, la más electrónica del largo, abriendo un camino a explorar.
Por el camino de esta divertida “pasarela” se pasea una serie de producciones muy ricas en ideas e imaginativas que rara vez se centran en un único estilo, y que sorprenden a cada paso. ‘LAS JORDAN’ pasa del rap tipo Calle 13 a la salsa sin despeinarse, cruzándose también con el reguetón. Una rítmica, esta última, explorada también en ‘JUEPAJÉ’, un tema que, partiendo de una palabra típica de Colombia, una onomotopeya extraída del mundo rural, después vuelve a Cuba sumando a la fiesta la melodía de una feliz trompeta.
La visión de Çantamarta puede ser tan cinematográfica que ‘ANGELITO’ incorpora sonidos de disparos y monedas. En primer lugar, su base rítmica acaricia la rumba. Después, se convierte en la producción más oscura del álbum, valiéndose de una percusión de amenazantes baterías. El rock también es una influencia para Çantamarta aunque no lo esperes. Porque nada en ‘PASARELA’ es predecible.
En ocasiones es díficil encontrar canciones debajo de las elaboradas producciones de Çantamarta. Nada que no solucione una buena salsa como ‘MICHALÓ’, o, sobre todo, una buena balada. Luis canta como un auténtico crooner, y borda la preciosa ‘GRAFFITERO’, una canción de guitarras acústicas próxima al huayño peruano, mientras su voz te pone los “ojitos lindos” en ‘LA REJA’, otra pieza mutante que pasa del folk al ritmo de marcha.