La vida de Phil Elverum dio un giro drástico cuando, en 2016, su esposa Geneviève murió a los 35 años de un cáncer de páncreas, tan solo un año más tarde de haber dado a luz a su primera hija. La inimaginable tragedia dio lugar a dos álbumes –‘A Crow Looked at Me’ y ‘Now Only’- absolutamente devastadores, existencialistas y pesimistas que describían el brutal desamparo que deja una pérdida de esas características.
Tras volver a firmar con el pseudónimo The Microphones en su álbum ‘Microphones in 2020’, el cantautor regresa cinco años después a su proyecto Mount Eerie, con una larga y ambiciosa obra en la que compila los diferentes estilos que han marcado su carrera hasta el momento, y en la que parece haber encontrado al fin cierta paz.
‘Night Palace’ destaca por su generosa y ecléctica oferta de géneros musicales. A lo largo de sus 26 canciones y 80 minutos de duración, el artista navega por distintas variantes de post-rock y folk alternativo, trazando un abanico sonoro que va del noise al ambient, o incluso al intimismo spoken word de sus más recientes trabajos elegíacos.
En ‘Night Palace’, mediante su decidida estética lo-fi, Mount Eerie dibuja un amplio paisaje que lleva al oyente a multitud de lugares. El confort de lo doméstico se presenta en canciones que expresan la felicidad que le proporciona pasar tiempo con su hija, como la dulce balada ‘My Canopy’, que viene precedida de ‘Swallowed Alive’, una breve pieza donde ambos juegan a gritar en un distorsionado abismo.
También persiste aquí la conexión con la naturaleza, siempre presente en todos sus trabajos, en canciones como en el rock sucio de la tensa ‘Co-Owner of Trees’ o en el estimulante experimento de ‘I Heard Whales (I Think), donde el cantautor introduce hacia la mitad una grabación de casi un minuto de sonidos del viento y del mar. A su vez, varios comentarios políticos tienen espacio en forma musical, como en la destacada ‘Non-Metaphorical Decolonization’, donde Elverum denuncia que «Todo lo que tenemos es robado y no puede ser apropiado / Esta “América”, esa vieja idea / quiero que muera”. O en la conmovedora ‘November Rain’, en la que describe las segundas residencias de los ricos que permanecen vacías en invierno y con las luces encendidas para que no les roben – una imagen poderosa que plasma con poesía la actual crisis de la vivienda.
Pese al mencionado sonido lo-fi, ‘Night Palace’ no es un álbum que en ningún momento le dé la espalda a la épica. Más bien al contrario: Mount Eerie construye numerosas melodías contagiosas e inesperados crescendos. ‘I Walk’ es una perfecta muestra de ello, que comienza con un leve rugido del viento colándose entre delicadas guitarras acústicas y una sutil percusión hasta que se expande hacia un electrizante clímax. Los doce minutos de ‘Demolition’ ofrecen una clase de distinta de esta épica, donde caben cambios abruptos de ritmo, distorsiones, textos hablados o sonidos de la naturaleza. Otros ejemplos mucho más accesibles son ‘Huge Fire’ y ‘I Saw Another Bird’, dos números indie-rock clásicos, pero con el mismo poder de sugerencia que sus grabaciones más experimentales.
A niveles generales, el inabarcable despliegue musical de ‘Night Palace’ es exigente y denso, pero está plagado de recompensas. Mount Eerie ha diseñado un álbum luminoso, que a través de eclécticas viñetas, ofrece un bello y fascinante escaparate de su valiosa visión como artista.