Pensaba que la época de los singles engañabobos había pasado a mejor vida, pero últimamente están en boga. El de Rosé se lleva la palma. ‘APT’, el dueto de Rosé y Bruno Mars es, desde hace dos meses, una de las canciones más exitosas en el globo; en ‘rosie’ es la brillante y puntiaguda aguja dentro de un mar lleno de paja.
Rosie se ha dado a conocer por formar parte de BLACKPINK, la salvajemente exitosa banda de chicas surcoreana. Rosé es nacida en Nueva Zelanda y, quizá, por eso, afina el oído hacia un tipo de pop con regusto anglosajón. Por decirlo de alguna manera: no ha sido ella, sino Jennie, la integrante de BLACKPINK que ha tenido el buen gusto de colaborar con El Guincho.
El supuestamente personal ‘rosie’, debut largo de Rosé, es un empacho de baladas que decepcionará a todo aquel que considere original la propuesta de ‘APT’ por su evocación de los Ting Tings. ‘APT’ es, sobre todo, un divertido -y muy bien hecho- homenaje al bubblegum punk tipo Elastica o Avril Lavigne y el público lo ha recibido con los brazos abiertos, pero en ‘rosie’ no hay una sola canción que se le parezca o lo intente.
‘Rosie’ es el típico producto de industria apresurado a causa de un single de éxito y lleno de canciones impersonales. Que el single ‘toxic ‘till the end‘ tenga gracia por su parecido a Taylor Swift no es exactamente el mayor de los halagos, como sabe Gracie Abrams
.Es alarmante la sucesión de baladas desabridas contenidas en ‘rosie’ que podrían ser de cualquiera, empezando por la primer pista, la melodramática ‘Number one girl’ (esta, Bruno Mars, te la podrías haber ahorrado), y acabando con la somnífera guitarra de hoguera de ‘too bad for us’. En medio, el drama de ‘stay a little longer’ -que Camila Cabello habría entonado en otra etapa de su carrera- o la guitarra folk de ‘not the same’ van engrosando el tedioso repertorio.
Amy Allen y Andrew Wells, dos compositores famosos del pop anglosajón, se encuentran entre los principales responsables de ‘rosie’. Se nota su mano en el eficiente medio tiempo R&B-pop ‘3am’ o en la oscurilla pieza post-Billie Eilish ‘two years’. Pero, sobre todo, se nota -paradójicamente- en lo anónimas que suenan todas las melodías. Canciones como ‘call it the end’ parecen existir simplemente porque a Tate McRae o Halsey no les cabía más relleno en sus respectivos álbumes.
Solo la tímida aproximación al favela funk de ‘drinks or coffee’ o el R&B-pop dosmilero de ‘gameboy’, de ecos a TLC, aportan sabores distintivos en ‘rosie’, y sobresalen por defecto. ¿Cómo no lo van a hacer en este océano de tonadas sensibleras y reverb exagerado? ‘rosie’ es un disco aprobado únicamente para lanzar la carrera de Rosé en solitario, y ‘APT’, el inesperado hit de obligada inclusión en su secuencia, pero evidentemente escrito a posteriori que, por aquí, no pega nada.