Saint Etienne parecen confirmar que esta década no será para ellos la del pop, con un nuevo disco de ambient, ‘The Night’. El grupo que lograra a lo largo de los años 90 una buena sucesión de top 40s, sobre todo en Reino Unido, se encuentra ahora desarrollando una faceta que siempre estuvo de alguna manera en su música, en segundo plano: la del spoken word, la banda sonora, la admiración por The KLF. Ya se percibió en obras como ‘Sound of Water’ (2000), ‘Finisterre’ (2002) o incluso ‘So Tough’ (1993).
No obstante, ‘The Night’ es un álbum muy diferente a ‘I’ve Been Trying To Tell You‘ (2021). El que era hasta ahora su último disco estaba más concentrado en los samples, era más electrónico. ‘The Night’ es más orgánico y reflexivo, pues cuenta con tantas cavilaciones sobre el paso del tiempo y el síndrome del nido vacío que una película de Richard Linklater.
Según el texto del escritor inglés Benjamin Myers sobre el álbum, estamos ante una obra que pretende sumergirnos en las capas de la noche, ese instante en que nos enfrentamos a nuestras inquietudes o también disfrutamos de nuestra tranquilidad. ‘The Night’ es una reflexión sobre el modo en que el ser humano se ha enfrentado a este período normalmente asociado al sueño a lo largo de la historia, lo que incluye escuchar el sonido de la lluvia (‘Northern Counties East’) o recordar a un hijo que se nos va (‘Preflyte’).
Si «Es duro dejarte ir / te echaré de menos cuando te marches y vueles» es el mensaje de esta última, el paso del tiempo embadurna más pequeños textos de estas composiciones. La primera pista, ‘Settle In’, recuerda la «energía» y las «creencias» que tenemos «a los 20 y a los 21 años». «El tiempo vuela», dice también la letra. Otra de las mejores canciones es ‘When You Were Young’, un recuerdo y una promesa de amor marcada por un piano y un ritmo arrastrado que incluye un clarinete.
Aunque hay pasajes en los que predominan los sonidos ambiente, y la aparición de instrumentos tan poco habituales en Saint Etienne como el saxo (la final ‘Alone Together’), hay que elogiar la textura de la voz de Sarah Cracknell, por ejemplo lo primero que oímos en ‘Nightingale’. Que ya no esté entregada al estribillo pop de ‘Sylvie’ o ‘Action’, no significa que su aportación sea más prescindible.
Entre poemas como ‘Ellar Carr’, sobre la contemplación de olmos y hayas, y pequeñas curiosidades dream pop tan intensas como ‘No Rush’, emergen algunos de los momentos más hermosos que nunca nos hayan entregado Saint Etienne. Sin necesidad de recurrir a grandes beats, mantras ni estribillos, ‘Wonderlight’ vuelve a retratar su amor por la música, narrando el regreso a casa tras estar en un pub. La típica noche en la que te quedas dormido escuchando canciones al azar. Y ‘Celestial’ hace honor a su nombre, preciosa y cinematográfica, bonita como una película navideña. Qué bello es vivir, sobre todo si es con la música de artistas que saben mimar las cosas.