La primera semifinal de Benidorm Fest se saldó sin claro favorito: la mayoría de actuaciones parecía recién salida de una función escolar. Solo el liderazgo en audiencia y los chistes desvergonzados de Inés Hernand, «siempre al borde del despido, siempre cerca del INEM», salvaron la noche. Era imposible que el nivel musical y escenográfico fuera peor, y la segunda semifinal ha salido ganando en comparación, en ese sentido.
El show resultó mucho más entretenido desde que Chenoa abriera con un popurrí de sus éxitos, tan crecida después de su gran actuación en el Brava resurrección en Operación Triunfo. Y hubo un par de actuaciones que, sin abrir una puerta de la victoria para España en Eurovisión, esa que tanto anhelamos desde hace más de 55 años, al menos divirtieron. Fue el caso de DeTeresa, con una especie de chotis o pasodoble muy loco, digno de la deriva de las redes sociales aquí y en el mundo.
DeTeresa, de Madrid, aunó imaginería española hasta el punto de parecer una película de Bigas Luna, solo que con directora mujer o LGTBIQ+. Inclusive: ella misma usó una palabra parecida al pedir el voto. Cantó sobre cuánto prefería la fidelidad de la pena respecto a la de los hombres, sus bailarines resultaron portar un tanga con el nombre de DeTeresa, el mismo que le calzaron a una pelota de fútbol, y al final, se subió a un toro y montó un griterío que la realización debería haber alternado con la cara del jurado internacional, que no en vano enseguida procedió a eliminarla. ‘La pena’ no pintaría mucho en Eurovisión, pero solo Samantha Hudson haciendo ‘Por España’ en prime-time habría servido más coño. Gracias, DeTeresa, por darnos tanto a cambio de tan poco.
Otras fumadas menos estimulantes fueron el «potajito» (sic) de Mel Ömana, con sus partes Nathy Peluso, sus partes Beyoncé y sus partes «se me ha ido ya la mano con los cambios», que en cambio sí convenció a público y jurado. También se llevó el gato al agua por alguna razón J Kbello, a medio camino entre Mónica Naranjo y Chayanne, con más cuerpo de baile que voz y gracia. Quien no logró clasificarse aunque sí lo intentó muy fuerte Carla Frigo
, con una puesta en escena ultra sexual en busca de un nuevo chanelazo.La gran favorita para representar a España en Eurovisión parece hoy por hoy Melody, muy inspirada por Thalía, Gloria Trevi o Alaska. «Se nos ha ido la olla con la puesta en escena», anunció. Y era cierto. Una pena porque la letra de ‘Esa diva’ tenía un mensaje que merecía menos efectos 2005 y menos fallos de sonido. Su presentación es una insistencia en el pasado, pero no parece tener mucha más competencia. ¿Puede ganarle J Kbello? ¿Lachispa? ¿Lucas Bun? ¿Daniela Blasco? Who?
Entre los eliminados, Celine Van Heel llevaba una salsa de corte feminista que se podría haber beneficiado del regreso de este ritmo a las listas, de mano de Bad Bunny. No fue el caso de su puesta en escena, que se quedó en la Gloria Estefan de entre siglos. «¡Votadme, coño, votadme!», se atrevió a exclamar al final, y ese fue el riesgo que se echó de menos en su canción y en su puesta en escena, que por alguna razón llenó de MichaelJacksons y referencias a Marilyn.
Entre las sorpresas de la noche, la balada de Henry Semler, en plano secuencia: una canción bonita post-ruptura llamada simplemente ‘¿No lo ves?’, que ni público ni jurado comprendieron. Y luego está lo del verso suelto de Mawot, una improbable mezcla de Tino Casal, Guille Milkyway, Billy Corgan y Daniela Romo, que parecía estar allí solo para que su hijo le viera por la tele. Al jurado le debió de gustar el uso del italiano en el tema, porque a Italia siempre le va bien en Eurovisión y nos merecemos algo de lo suyo. Aunque es inevitable la pregunta «de dónde sacan a esta gente». Y si esta gente vio la actuación ganadora de Eurovisión 2024. ¿O se quedaron en ‘Dime’ y ‘Europe Is Living a Celebration’?