Saya Gray es una de las estrellas emergentes del indie anglosajón del último lustro. Llamó la atención de revistas y oyentes el innovador sonido indie-rock de su álbum debut, ’19 Masters’ (2022), evidente en cortes tan originales como ‘If There’s No Seat in the Sky (Will You Forgive Me??)’. Antes, Gray había sido bajista profesional y tocado en giras de artistas mainstream como Daniel Caesar (que es canadiense como ella) o el tristemente fallecido Liam Payne.
No se puede pasar por alto el linaje musical de Gray: su madre, Madoka Murata, japonesa, es fundadora de Discovery Through the Arts, una de los mayores colegios de música independientes de Toronto, y su padre, canadiense, es Charlie Gray, que ha tocado para grandes del jazz como Ella Fitzgerald.
‘SAYA’ no en vano lleva el apellido de esta artista fichada en Dirty Hit, el sello de Matt Healy de The 1975, porque, después de entregarse a diversos experimentos en su debut y epés anteriores, Gray ha decidido escribir canciones más disciplinadas y clásicas. El objetivo ha sido superar una ruptura. El medio, empollarse los discos de los Beatles, Led Zeppelin y Joni Mitchell durante un road trip por todo Japón que emprendió para despejarse. En el asiento de copiloto llevaba una guitarra para cuando brotara la inspiración.
No extraña que las letras de ‘SAYA’ ahonden en la psicología de su autora: en la inicial ‘Thus is Why (I Don’t Spring For Love)’, Gray avisa del riesgo de establecer una relación sentimental demasiado pronto y, en ‘Exhaust the Topic’, la frase «quizá he estado buscando un amor que yo nunca he dado» de repente pone en contexto todo el disco. En varias pistas, como ‘Shell (Of a Man)’ o ‘Puddle (Of Me)’, SAYA se compara con una «muñeca de vudú» con la que esa persona juega a su antojo.
Las canciones de ‘SAYA’ equilibran melodía clásica y experimentación sonora. A su lado, su hermano, Lucien Gray, produce las pistas y las envuelve en capas de instrumentación y efectos psicodélicos profundos y dinámicos. El sonido es crudo, pero rico. Las ideas sonoras son inusuales para canciones inspiradas en el folk, el country o la Americana y la riqueza instrumental favorece piezas como ‘Lie Down’, rica en percusiones. Aunque las producciones a veces presumen más músculo que las melodías.
Hallan equilibrio las canciones country de ‘SAYA’, como el bluegrass de ‘Shell (of a Man)’ o la balada ‘How Long Can You Keep a Lie’. El sentido melódico de Gray es original y su dinámico rango vocal eleva canciones como la guitarrera ‘Thus is Why (I Don’t Spring for Love)’ o la folk ’10 Ways to Lose a Crown’. Aunque, quizá, si las melodías fueran mejores, no necesitarían el exceso de producción al que las somete su autora: por ejemplo, la coda metal de ‘Exhaust the Topic’ suena forzada.
El potencial de las canciones de ‘SAYA’ es evidente, pero a las piezas rítmicas, como ‘Puddle (Of Me)’, les hace falta melodías más memorables, y la forma pesa sobre el fondo en el experimento trip-hop de ‘H.B.W.’ o el vals de ‘Line Back 22’, que, de nuevo, finaliza con una coda experimental sin mucho interés. Al final, en ‘SAYA’, destacan las canciones desnudas, como ’10 Ways to Lose a Crown’ y, sobre todo, un sentido de la composición muy peculiar que puede seguir creciendo.