La primera vez que me pillé un disgusto televisivo fue cuando Vega fue expulsada de Operación Triunfo en 2002 (sí, yo también me enganché a la tele viendo el colapso de las torres gemelas, pero en ese momento no entendía qué pasaba). Tenía 10 años, aún jugaba a las muñecas y a los muñecos y me repartía cromos con amigos del colegio, pero me identificaba con ella, me encantaba su voz y me parecía auténtica. Ni siquiera vi el programa esa noche; me enteré después de clase y me enfadé. Después se me pasó.
‘India‘, el primer disco de Vega, publicado en 2003, es uno de los mejores debuts de la historia de Operación Triunfo, aunque se nos haya olvidado mientras encumbramos -merecidamente- a Amaia y Juanjo Bona. Por supuesto, la historia de Vega es una historia de resiliencia e independencia en la industria musical. Ella es pionera de aquello que una vez empezamos a llamar indie-mainstream, pero además siendo más indie que mainstream, porque lleva en su propia discográfica independiente desde su quinto disco. Y lleva 9 + 1 directo + 1 disco de versiones.
Conocí a Vega en 2009, en una firma de discos en Fnac: la artista autografiaba su tercer álbum, ‘Metamorfosis‘ (hola Aitana), pero yo, con un poco de morro (e ingenuidad) traje ese y sus dos CDs previos, ‘India’ y ‘Circular’ (2005), para que me los firmase, también. ‘Metamorfosis’ salió al mercado a precio reducido debido a la crisis económica: recuerdo comprármelo en El Corte Inglés por menos de 10 euros. La edición CD del nuevo disco de Vega, ‘IGNIS‘ (2024), tiene un coste de 40 euros en tienda porque a Mercedes Mígel Carpio se le ha ocurrido lanzar una edición literalmente combustible, para cuya fabricación ha invertido una pasta. Del disco no se han lanzado singles, ni mucho menos vídeos.
Vega ha mantenido a su público y ha seguido lanzando discos y dando conciertos, mientras otros hemos seguido otro camino. Por eso, verla en directo -por primera vez- significa afrontar que ha habido otro público ahí fuera que ha construido una conexión con su música, al margen de ti (quizá mantengo esa conexión con la figura de Vega en sí). Muchas veces no perdemos interés porque el artista se haya vuelto mejor o peor, sino simplemente porque nuestro vínculo emocional con su música ha desaparecido. Pero luego han venido otros que han construido un vínculo emocional con los últimos discos de ese artista, igual que nosotros lo hicimos con los primeros.
La gira de ‘IGNIS’ está principalmente dirigida a los últimos. De sus primeros trabajos, Vega recupera ‘Requiem’ -de ‘La Cuenta Atrás’ (2011)- y canta trozos de canciones a capela a petición de sus fans. ‘Grita!’ la canta muy brevemente porque una fan del público se la pide no una sino dos veces, y puede que más, además, haciendo honor al título de la canción: gritando! La relación parasocial con los artistas lleva a estas situaciones. Vega la manejó con humor, pero no está de más pedir que se respete el repertorio de los artistas, ni recordar que los artistas no se suben al escenario para cumplir con peticiones de sus fans como si fueran monos tocando platillos. A menos que ese sea el formato del concierto.
Vega interpretó también ‘La conjura de los necios’ a capela, de su quinto álbum ‘Wolverines‘ (2013), pedida por el público, pero esta la cantó durante más rato, mientras su ayudante, Pablo, afinaba su guitarra porque ella no había podido hacerlo (decía que no puede hablar y afinar a la vez). El concierto de ‘IGNIS’ en Apolo estuvo salpicado de estos momentos de complicidad entre artista y público, como cuando en ‘Requiem’ un músico tocó mal una nota -pudo ser Vega, pero nadie sabe- y la canción se tuvo que reiniciar, provocando risas y aplausos. O como cuando alguien le gritó «guapa» y ella contestó: «a ratos».
En directo, Vega es como en los discos, se aferra al valor aunque le falle (o lo parezca) y se apoya en una voz solemne, grave y majestuosa, una voz que, si se pudiera, se guardaría en un cofre del tesoro, como si fuera oro, porque a oro suena. En directo, también, Vega es como la recordabas a los 10 años: la cordobesa no para de emocionarse. Se emociona, de hecho, desde el primer segundo que pisa el escenario y todavía no ha emitido una palabra. Después cuenta que ver la sala principal de Apolo la había «acojonado» porque suele tocar en la pequeña, pero que, al percibir el «calor» del público, esa sensación se le ha pasado.
El concierto de ‘IGNIS’ se centra por supuesto en ‘IGNIS’, del cual Mercedes toca sus 11 pistas (bueno, 10 + la intro), pero, sobre todo, se ocupa de desplegar un repertorio del mejor pop-rock posible, el que ella graba en sus discos, muy apto para la sala en la que nos encontramos, y que suena muy bien. Apolo hace su labor, pero también tiene que ver el hecho que los seis músicos subidos al escenario (siete contando a Vega) son exactamente los mismos que han grabado ‘IGNIS’. Por eso, el sonido es cálido y envolvente, como el disco. Vega dedica unos cuantos minutos a presentar a sus músicos, entre los cuales se encuentra la cantautora Angie Sánchez, que previamente ha ejercido de telonera.
Por eso, no hace faltar recurrir al cliché de las canciones que «se crecen» en directo y las que no «se crecen» en directo. Es evidente que ‘De Otro Planeta’ va a ser la más coreada y que ‘Incondicional’ y ‘Si Los Árboles Bailan’ van a hacer vibrar al público igualmente. Es de esperar que la animada ‘Litio y Alquitrán’ despierte el lado «canalla» del concierto después de unas pocas baladas. Y es de esperar también que, en el tramo medio del show, el ritmo decaiga ligeramente, por ejemplo, cuando suena ‘Dispárame una canción’ y tú solo puedes pensar en que la última vez que escuchaste la palabra «canalla» fue en los años noventa. La música suena un poco a esa época, también.
La gira de ‘IGNIS’ es la gira de ‘IGNIS’. Por eso, en el repertorio no caben viejos éxitos como ‘Mejor Mañana’, ‘Una vida contigo’, ‘La Verdad’ o ‘Cuánta Decepción’. Puede que en un futuro logre escuchar en directo la maravillosa ‘Berlín’. Sin embargo, en un momento de popularidad de las giras de grandes éxitos, es refrescante escuchar en directo un disco nuevo, te gusten las canciones más (‘Leviatán’) o menos (‘Dispárame una canción’). Para orgullo de Vega, que considera ‘IGNIS’ el primer disco de su carrera que la hecho sentirse «respetada» como artista, las pistas de ‘IGNIS’ ocupan la mayor parte del top 10 de sus canciones más escuchadas en Spotify (6 de 10). Su público sigue escuchando el disco entero.
La atmósfera del concierto de ‘IGNIS’ es casi anacrónica, parecería de los noventa si no fuese porque Vega lee, no sé si las letras o los acordes, desde un iPad apoyado en un trípode. La poesía cotidiana de Vega -que fue adolescente en aquella época- apunta en esa dirección, hablando de licores, cigarrillos y de la música de Aute; y también el sonido de sus guitarras y teclados. Esta energía nos subyuga a todos, sin embargo: a parejas acarameladas, amigos y solitarios. Todos unidos, desde diferentes épocas, generaciones y caminos de la vida, adorando a ‘La Reina Pez‘. Personalmente, echo de menos el «olor a azahar» de sus primeras composiciones, pero Vega no me echa de menos a mí, y eso está bien.