Antes de este tercer disco, Los Chivatos habían funcionado como «Los Chivatos de Ana Frank». De hecho, el nombre de la banda surgió antes del propio grupo, según contaban en unas entrevistas sin pies ni cabeza. Un día decían no conocer a Pony Bravo, al siguiente «escuchar a fuego a Nena Daconte».
Sin que nadie sepa aún dónde empieza el humor y dónde la boutade para la banda liderada por Martin Azpilikueta, lo cierto es que este nuevo álbum supone un reinicio en varios sentidos. Han fichado por Mushroom Pillow, y a la decisión de quitar de su denominación a la niña asesinada en el Holocausto, suman algunas de las canciones más inmediatas de su carrera.
Por si fuera poca chulería la que desprende el single ‘Tron’, con la ligera influencia hip hop que ha caracterizado siempre a una banda más bien punk, el tema cuenta con guitarras tamaño Brit Pop en su desarrollo. Stone Roses y Oasis podrían ser una referencia, para envidia del bajista y admin de Alcalá Norte, quienes les han dado su bendición.
‘Desplázate o corre’ es aún más pop, con un estribillo memorable, la energía de los Blur de 1994 y su actitud desafiante intacta. «No tenías miedo y ahora chillas», asegura Azpilikueta. ‘La playa’, más indie pop, es otro de esos singles de Los Chivatos se desconoce si irónicos o no, mientras la segunda parte del álbum subraya sus influencias más underground.
Si la primera parte del álbum viene presentada por una intro, la segunda aparece tras un interludio. Los estribillos siguen ahí pero son más enmarañados, las guitarras de ‘Rayo’ apuntan al post-punk oscuro de los The Cure más siniestros y también al indie americano. Porque si bien hay cosas muy Brit en Los Chivatos, la influencia de Sonic Youth, Nirvana o Pixies es innegable en los ángulos que plantea ‘Salto mortal’.
‘Pulpa’ se cierra con ‘Lady Di’, como en recuerdo de los tiempos en que se atrevían a usar un nombre propio para llamarse a sí mismos. Dicen nada menos que saber «quiénes mataron a Lady Di». El grupo ha podido cambiarse de nombre, quizá para tocar en más festivales, pero no es que se hayan domesticado.
