Las listening parties, ese evento por el que nadie en la industria habría dado un duro hace nada, continúa mutando y diría que puede ser para bien. Contra todo pronóstico, hay quien le está echando imaginación. Tras las aventuras de Kanye West, Billie Eilish y en España Aitana contando personalmente de qué iba aquello de ‘Cuarto azul’, Rosalía ha montado un evento medio secreto en el MNAC de Barcelona.
Los fans y la prensa lo vieron en grada, mientras por el patio de butacas desfilaban un desvarío de famosos de todo pelaje que incluyó lo mismo a músicos como Amaia, Guitarricadelafuente, Amaral y Rodrigo Cuevas, que a actores y presentadores como Rossy de Palma, Jordi Évole, Carmen Machi o Paco León. Los veinteañeros chillaban cuando veían pasar a alguien tipo Omar Montes o Belén Esteban. Curiosamente gritaron casi tanto al avistar a Noemí Galera.
La performance, de una belleza tamaño Marina Abramović, fue hasta donde yo sé inédita. Cuando te quieres dar cuenta, la artista, de nuevo de blanco, está ya tumbada sobre un escenario decorado en el mismo color. De lejos, solo se le distingue la melena. Y así, en silencio absoluto cual monja de clausura (la de la portada de ‘LUX’), permanecerá en todo momento, moviéndose tan solo en un par de ocasiones. Un texto en una pantalla donde después se proyectarán las letras, te invita a perderte durante esa hora. A veces la sala, protegida por gigantes cortinas también blancas, está completamente a oscuras. Las proyecciones sugieren que es «en la oscuridad donde puedes encontrar la luz». Sobre todo si te concentras «un segundo, un minuto, una hora». ¿Resistirás una hora escuchando música sin mayores distracciones?
La solemnidad de la sala acompaña la nueva era conceptual de Rosalía, como no podía ser de otra forma. La espectacular bóveda del MNAC es casi centenaria porque la música de ‘LUX’ no conecta décadas como ‘Motomami’, sino siglos. Cuando estás maravillado por el acontecimiento, una voz en off informa de que la Generalitat está a punto de enviar una alerta de temporal a todos los móviles. El aviso nos conecta con el futuro. Porque el futuro será cuando de verdad nos vayamos a casa al recibir esto. Instantes después, a la hora programada, se empieza a pinchar el nuevo disco al completo, en su edición deluxe.
La alerta se anuncia para las 22.00 pero llega algo antes de tiempo. Seguro que Rosalía agradece que tal «distracción» ocurra durante el caos de ‘Porcelana’, como un arreglo más, y no durante la intimista ‘Mio Cristo’, poco después. Parece que la catástrofe bordea la promoción de este disco -las filtraciones, el single que iba a salir pero no, la posible multa del ayuntamiento de Madrid, el embargo de la información que luego se levantó-, pero al final no llega la sangre al río. La alerta de Illa se integra en un momento ruidista. Y una filtración a 2 días del lanzamiento no es tal drama. A Harry Styles se le filtró su último disco 2 meses antes y ya nadie lo recuerda. La gente continúa escuchándolo.
El drama es que alguien me sugiera por los pasillos que este evento ha perdido fuerza con la filtración del álbum. Yo al menos no tengo tan espectacular equipo de sonido en mi casa. Ni a Rosalía haciendo otra performance que algún día entenderemos, con sus aristas como la de Callao. Mantiene, por supuesto, el halo teñido en rubio sobre su pelo. En los mejores momentos de toda esta promo, no es que parezca estar llamando a Dios, sino que parece Dios en sí misma.
El disco. ‘LUX’ es una obra arriesgada, con momentos majestuosos, si bien más flamenca y R&B de lo imaginado tras la impresionante ‘Berghain’. Ha sido esta una catedral de canción que ha topado con mucho más éxito y teorías en la red de lo que en ninguna reunión de Sony se pudiera sugerir. Imagino que por eso se debe de haber abortado el segundo single. También hay pistas tan chocantes como ‘Novia Robot’, una de esas canciones empapadas de feminidad que prometían las numerosas colaboraciones femeninas del álbum. La gente arranca a aplaudir por primera vez al término de ‘Mio Cristo’, la 5ª pista. Se ríe después de la divertida ‘La perla’. Reconoce ‘De madrugá’ porque se la sabe hace años. Alguien reza por un álbum de Rosalía enteramente en italiano. Se emociona con el tratamiento de la muerte de ‘Magnolias’. Por segunda vez consecutiva, Rosalía cierra un disco hablando de su propio deceso.
Acaba el disco y aun sin mediar palabra en ningún momento, Vila se levanta, abandona el escenario caminando entre el patio de butacas, saludando con la mano a un par de afortunados. A continuación se expulsa a la plebe del MNAC con muy malas formas. Solo los famosos se salvarán en caso de riada, pero la noticia es que nos dejaran tocar el cielo por un momento. No puedo dejar de acordarme de la exposición que ha hecho Rosalía sobre la influencia de la música clásica o experimental en su obra. Frente a la teoría de su hermana y escudera fiel, la artista defiende que ella lo que hace es pop. Rosalía quiere que la escuchen lo mismo Rodrigo Cuevas que Belén Esteban. El vulgo presente y la Reina que debería haber venido (Letizia, Madonna ya le ha dado su visto bueno). Music makes the people come together. Acaso por eso ‘LUX’ referencia obras tan conocidas de Vivaldi o Mozart. Es el tipo de música clásica tan famosa y reconocible que es abiertamente pop. Canciones que todo dios podrá tararear en el futuro.