En 2013 The Neighbourhood lanzaron su debut ‘I Love You.’, un álbum que albergaba una canción que ha ido imponiéndose como uno de los grandes (y más soprendentes) éxitos de los últimos quince años. ‘Sweater Weather’, la carta de presentación de la banda californiana, no pudo llegar en un momento más idóneo. Todo en ella respondía a las demandas estéticas de entonces: desde los coches vintage y atardeceres en blanco y negro de su videoclip hasta su atmosférico sonido pop-rock alternativo playero y muy cool. Si Tumblr fuera una canción, sería esa, y si fuera un sonido, sería el de los dos primeros discos de The Neighbourhood.
Ahora Tumblr no tiene casi relevancia y estamos en 2025. Pese a que parece que 2013 fue hace dos días, ya hay toda una generación de adultos que en aquella época su edad no llegaba ni a los dos dígitos. Para muchos de ellos, escuchar ese tipo de canciones supone regresar a la infancia o a la preadolescencia, y por todos es sabido que no hay nada que guste más, a cualquier generación, que la nostalgia. Probablemente por eso, la banda ha vivido un resurgir a través de TikTok (‘Sweater Weather’ acumula más de 4 mil millones de reproducciones en Spotify, mientras que ‘Softcore’ y ‘Daddy Issues’ superan holgadamente los mil millones cada una) y quizá por eso también han decidido finalizar el hiato en el que se encontraban y lanzar su cuarto disco tras seis años de sequía.
‘(((((ultraSOUND)))))’ es un regreso a lo que la banda sabe hacer, una zona de confort donde no hay grandes avances sonoros ni innovaciones estilísticas, pero sí un cierto refinamiento en las composiciones. La nostalgia es, sin duda, la luz que les guía, y en cierta manera, cada una de las canciones recuerda en mayor o menor medida al rock alternativo de los 2010s.
La buena noticia es que se percibe una mayor madurez que en los discos anteriores. Hay momentos en los que la banda suena mejor que nunca, como en ‘Lil Ol Me’, que destaca por una producción hipnótica y sugerente. El álbum entero intenta siempre lograr ese tipo de atmósfera densa con resultados irregulares, pero cuando lo consiguen, les sale muy bien la jugada. Es el caso de la muy britpop ‘Hula Girl’, que abre el proyecto, y que figura desde ya entre lo mejor del catálogo del grupo; y también de ‘Zombie’, que se construye mediante un ritmo de batería y una sutil línea de bajo tan adictivos como la relación tóxica que describe.
En otras ocasiones, los de Jesse Rutherford no se muestran tan acertados, hundiendo varias de sus canciones en un pozo de mediocridad que afecta considerablemente a la fluidez del disco. La animada ‘OMG’ se sustenta en una melodía facilona que no aporta demasiado; lo mismo puede decirse de la olvidable ‘Mama Drama’; y ‘Planet’ parece un tema cualquiera de Cigarettes After Sex, menos en su extraño estribillo a lo Michael Jackson. La combinación ya suena rara sobre el papel, y el resultado también lo es: no funciona nada.
Otros pseudo experimentos, sin llegar a maravillar, sí que sirven para airear la secuencia y se agradecen, como los cinco minutos de puro dream pop pausado tipo Beach House que propone ‘Rabbit’; o ‘Stupid Boy’ que comienza medio acústica y va paulatinamente ganando capas de distorsión en su instrumentación e intensidad en la interpretación del cantante, cerrando el álbum en un punto álgido.
En su cuarto disco, The Neighbourhood elevan considerablemente la calidad de su sonido sin dar grandes volantazos estilísticos y siendo fieles a ellos mismos. Sin embargo, hay una falta de concisión que perjudica a un álbum que no necesitaba 15 cortes para mostrar todas sus cartas. Afortunadamente, sus momentos insustanciales se presentan mezclados con otros que indican mejor que en ninguno de sus otros proyectos que la banda es capaz de crear buenas canciones. (((((ultraSOUND))))), pese a sus defectos, debe ser visto como un paso adelante.