Las letras honestas, epatantes, amargas y divertidas a la vez, siguen siendo el punto fuerte de un artista que, cada vez más, juega con los géneros sin que le tiemble el pulso y saliendo siempre airoso.
Entre la épica comedida habitual y la suciedad de su anterior trabajo, Richard Hawley sigue a la altura de crooners como Chris Isaak o incluso Roy Orbison.