Coartada robótica al margen, 'Automaton' no renueva demasiado el discurso estético de Jay Kay, pero sí sirve para recordar que Jamiroquai molaba más de lo que creías.
El tercer álbum del colaborador habitual de Kendrick Lamar y Flying Lotus, aquí implicados, funciona como un sugerente todo, un viaje entre lo lisérgico y lo cotidiano del que, una vez se osa involucrarse, resulta difícil apearse.