Yo creo que en lo político deberíamos hacer como con lo religioso, en lo público: aconfesionalidad pura y dura (ja ja ja. Yo si voy a mi médico de cabecera no quiero ver en su bata blanca ni un lazo amarillo, ni publicidad de un medicamento en el calendario de su mesa.
Igual que no quiero crucifijos en las escuelas, ni ikurriñas (en las de Navarra), etc.
Libertad de expresión sí, pero cansa un poco la ocupación de espacios públicos para las protestas y reivindicaciones. Que sí, que prefiero esto a el no poder decir ni pío, a la censura, pero agota que sean siempre los mismos y sobre lo mismo.
Lo de defender la unidad de España tiene un hedor a franquismo que no se quita ni usando Ariel (para blanquear el culo del dictador parece que funcionaba según la canción). No debería ser así, pero lo es.
Debajo de la alfombra de la transición queda mucha mierda.