
Pues vi ayer la última feel-good movie de Oliver Laxe y para mí es un SÍ, aunque estoy de acuerdo en que te saca de la película lo de los franceses hablando entre sí en español y quizá algún que otro golpe de efecto que se siente un poco gratuito. Pero es una road movie muy original, una experiencia inmersiva con imágenes hipnóticas (algunas que parecen sacadas de Mad Max) y un diseño sonoro brutal; que permite lecturas interesantes (esa gente del primer mundo en busca de fiesta en un país en conflicto, pero la vida nos coloca a todos en el mismo lugar), incluso abiertas a distintas interpretaciones (el tren me hizo pensar en el principio de cierta peli de los ochenta, pero no quiero spoilear nada a quien no la haya visto), con unos momentos de shock que dejan a la platea con el culo torcido (el cine lleno, qué alegría, aunque las caras al final de la proyección era para enfocarlas, Juan, las caras) e incluso momentos de mucha tensión que francamente nunca habría esperado en una película del director de "O que arde".