Esta delicadeza estética constituye la prolongación perfecta de una historia increíblemente delicada: la de dos hombres que se quieren. Sin más. Y esto es muy difícil de contar, porque la narración cinematográfica, de alguna manera, pide ir un paso más allá. Pide melodrama. Pide amor carnal. Y, sin embargo, esta película no necesita convertirse en Brokeback Mountain para ser una conmovedora historia de amor. Lo es y ya está. Una historia de amor y de búsqueda.