Es malilla pero con muchos elementos disfrutables: un villano icónico (dos, si contamos a su pérfida hija, maestra del disfraz) con un ejército de esbirros a lo Dr. Gang el del Inspector Gadget, planes de dominación mundial y una base secreta bajo el Támesis. Londres en peligro (ese Londres de principios del siglo pasado) y unos héroes de Scotland Yard que tienen que desbaratar sus planes y que vienen a ser un trasunto de Sherlock Holmes y el Dr. Watson (aunque en espíritu se acerca más a la serie de dibujos animados con aquel Moriarty que se reía en plan JAJEJIJOJU que a las novelas de Conan Doyle). Hay secuestros, hipnosis, persecuciones, pasadizos y entradas secretas; todo muy pulp y muy serie B. La trama es profundamente tontaca pero a la vez tiene un punto cruel con muchas muertes (más de 3000, porque Fu Manchú rocía y mata a todo un pueblecito inglés con eau de baya tibetana venenosa) que choca con lo infantiloide del resto. Christopher Lee está genial como el insidioso Dr. Fu Manchú, el diablo amarillo, aunque hoy en día sería políticamente incorrecto todo esto, como os podréis imaginar.