Mamma mía. Es como un fan fiction de Scream cambiando el discurso referencial sobre los clichés del cine de terror por el de los clichés de la literatura de terror. Una copia descaradísima, como cuando de niño veías una película que te gustaba en la tele y corrías a jugar con los playmobil para reproducirla en el suelo de tu dormitorio. Los resultados no andan muy lejos de eso. Personajes apenas esbozados que te caen mal desde la primera escena, diálogos cringe, giros de guion que ves venir desde el principio, un asesino con un diseño de disfraz poco afortunado, muertes en la mayoría de los casos anticlimáticas y sin tensión ni imaginación. Como slasher es muy pobre y ni siquiera tiene el potencial lúdico de un Tuno Negro. La habría dejado a los 15 minutos, pero vi que salía Iván Pellicer (el tercero por la derecha, el que hacía de hijo de Nawja Nimri en Sagrada Familia) y soy un gran seguidor de su carrera y de su obra. Sí, esa clase de seguidor, esa clase de seguimiento. Él es el único motivo por el que he aguantado esta cosa hasta el final.