Pues es buena y 100% Allen. Una historia de infidelidades entre una bella burguesa, un bohemio arquetípico y un marido aparentemente ideal pero solo aparentemente, que deriva en comedia criminal, bastante ágil y bien actuada, con un Melvil Poupaud francamente divertido y una suegra que es todo un acierto. Recuerda a Delitos y Faltas, Misterioso asesinato en Manhattan y Match Point. No es tan buena como aquellas pero pasas un buen rato. Vittorio Storaro vuelve a hacer de las suyas en las escenas en la buhardilla, que reavivan los fantasmas de Café Society y aquella fotografía que parecía rebozada en colorante para paella, pero el resto de la cinta está fotografiada con buen gusto. Como posible broche a la carrera de Woody Allen sería bastante digno, sin ser de sus mejores películas.
El texto de Roald Dahl es bastante curioso y la puesta en escena de Anderson tan creativa y puro artificio como cabría esperar. Cuando lo juntas todo, resulta una experiencia brillante a su manera pero agotadora (sobre todo si la ves en v.o.s.e. y tienes que leer sin parar mientras en la pantalla no paran de sucederse escenarios y colorinchis), pero por suerte solo dura 40 minutos. A estas alturas de la filmografía de Wes Anderson ya sabemos a lo que venimos; gustará a los fans, espantará a los haters. Como aliciente, sale Richard Ayoade (Moss en The IT Crowd) lo que siempre es una buena noticia.