De Andrea Arnold me entusiasmó Red Road y me interesaron mucho también Fish Tank y Cumbres Borrascosas. Creo que es una directora enorme, con nervio, buen ojo y una capacidad para retratar ambientes sórdidos de manera creíble, extrayendo belleza de lo cutre sin caer en imposturas, sentimentalismos ni cursilerías. Aquí nos cuenta la historia de una niña preadolescente de 12 años que vive en una zona marginal de Inglaterra con su impresentable padre (Barry Keoghan, lejos de su registro habitual de turbio malrollero, aunque aún perseguido por Sophie Ellis Bextor y ahora también por Blur), una niña que ha tenido que endurecerse para sobrevivir. La peli nunca hace explícita la orientación sexual de su protagonista (no va de eso) pero es algo que ni computa, porque de hecho compitió por la Queer Palm en Cannes. La historia se centra en diversas subtramas que ocurren durante una semana en torno a la vida de esa niña al inicio de la pubertad, y más concretamente en la amistad que establece con Bird, un extravagante desconocido interpretado por ese tipo que me pone tan nervioso, Franz Rogowski. Pese a la crudeza del entorno que retrata, se trata de una película optimista, con un pie en el realismo mágico (es lo que menos me funciona de la película, pero no chirría), quizá no la mejor película de su directora, pero aun así notable.
De la nueva de Ozon solo sabía que era una película con viejecitas. Viejecitas adorables en un pueblito francés muy cuqui que pasean por bosques con los colores de las hojas otoñales, viven en casas con huerto y paredes de papel pintado, horneando pasteles o quedándose dormidas frente a la chimenea mientras hacen crucigramas. Confieso que solo con ver eso me produce ya gustirrinín y no necesitaría ni que la película tuviese argumento (además la abuelita protagonista, Helene Vincent, dan ganas de abrazarla). Ozon quizá peca de obvio idealizando esa vida rural, a la anciana adorable y el nieto amoroso que prefiere pasear por el campo con su abuela que jugar a la tablet, en contraposición con el personaje de la hija urbanita de mediana edad, materialista y amargada, que vive más pendiente del móvil y el portátil que de su entorno; un personaje bastante unidimensional. Pero esto es una peli de Ozon, y una de las buenas, así que empiezan a aparecer claroscuros en la vida de la adorable ancianita, una intriga criminal juguetona marca de la casa con reminiscencias a Woody Allen, y hasta un subtexto gay, twink mediante, que no sé si me lo he imaginado yo o realmente está en la película (el twink está, me refiero al subtexto). En definitiva es una película pequeña pero muy agradable, que habla sobre las familias encontradas, no necesariamente la biológica, y las segundas oportunidades, entre tartas de la abuela y paseos por el campo para recoger setas.