Menuda locura. Solo desearía haber visto esto en Sitges porque sospecho que el Auditori del Melia se vendrá abajo con la reacción del público. Esta peli es como si pasaras "La muerte os sienta tan bien" por el filtro de una fantasía de Cronenberg pero con un ritmo, una sensibilidad pop y un estilo visual apabullante que te mantienen pegados a la pantalla. Pero no solo deslumbra en su forma, sino que "La sustancia" tiene, pues eso, sustancia. Es una fábula punzante sobre el culto a la juventud, el miedo a envejecer (brutal la escena de Demi Moore maquillándose en el baño, bueno, brutal ella en toda la película), los estándares de belleza y la adicción a los tratamientos estéticos, el ageism y la cosificación de las mujeres especialmente en el mundo del espectáculo, encarnado aquí en la figura de un Dennis Quaid grotesco y pasadísimo de vueltas (en el guion hay mucho trazo grueso y subrayados, sí, pero no se le puede pedir contención ni austeridad a una historia como esta). Hay que decir que la película denuncia la cosificación de las mujeres pero a su vez hará las delicias de los cosificadores, porque contiene una indecente cantidad de primeros planos del culo de Margaret Qualley, que ni su madre le habrá visto el culo tantas veces (aunque el trasero que ha provocado un gasp general en la audiencia, demostrando de qué pie cojea el público del Zinemaldia, ha sido el de un tal Hugo Diego García). "La sustancia" quizá se alarga demasiado en un tercer acto absolutamente desmadrado pero divertidísimo, que además contiene montones de guiños audiovisuales a Hitchcock, De Palma, Lynch, Kubrick, Sabrina Salerno y sí, uno muy evidente e inspiradísimo a "La muerte os sienta tan bien". En definitiva, es una película imperdible aunque no apta para estómagos sensibles.