Te da justo lo que esperas. Un biopic de manual (que por trillado que sea, no deja de ser también reconfortante), narración clásica, buena música, una ambientación de época meticulosa, estrellas de Hollywood disfrazadas (ese día había un 2x1 en el departamento de narices postizas, para Timoteo y Edward Norton) e interpretaciones "de Oscar". Timoteo es demasiado famoso, demasiado estrella, y cuesta no verle todo el rato detrás de la peluca y la napia, esforzándose por ser Dylan en cada gesto, pero hay que reconocer que su trabajo es estupendo: la mirada mortecina, las uñas sucias, la pinta de oler fuerte, genio y capullo, Timoteo logra ser a la vez Bob Dylan y su propia Muchachada Nui. El Oscar debería ser para Brody, pero hay que estar muy ciegos para negarle a Timoteo sus méritos. Pocas estrellas de Hollywood pueden presumir de protagonizar dos de las cintas nominadas al Oscar a mejor película en un mismo año o de conseguir dos nominaciones en la categoría de mejor actor principal antes de los 30. Aparte de él, el resto del reparto también me ha gustado, especialmente Monica Barbaro que está fantástica como Joan Baez, la tercera en discordia en el triángulo amoroso con Dylan y Peligrossa.