
Ganó el segundo premio en Venecia y en San Sebastián se va a llevar el premio del público. Es la película más importante del festival por lo que cuenta y supone, y espero que estos premios ayuden a darle visibilidad. Aunque quienes más necesitan ver esto son precisamente los que no la verán, porque quien a estas alturas aún no sepa lo que está sucediendo en Gaza es porque ha decidido ponerse una venda en los ojos, y contra eso no hay película que valga. "La voz de Hind", con sus audios reales, es durísima de ver, te remueve y te frustra. Pero ese horror es real y es necesario que se documente y que esta clase de películas se hagan.

Es como un argumento de serie B o incluso Z rodado con un presupuesto, actores y director de clase A. No es una película particularmente ambiciosa ni tiene nada que hacer en la temporada de premios (salvo Jesse Plemons si acaso); no es esa clase de película, es más una comedia negrísima, salvaje y absurda, carne del festival de Sitges. Te lo pasas muy bien viéndola porque Lanthimos rueda con estilazo, Emma Stone y Jesse Plemons están estupendos, y la historia tiene momentos muy locos y divertidos.

Es la nueva del director de Cónclave y Sin novedad en el frente. Y es lo opuesto a Cónclave; una película excesiva, febril y bastante irregular que no ha gustado a casi nadie. Pese a sus fallos, yo me lo pasé bien viéndola. Es bastante entretenida, Colin Farrell se luce (su interpretación de ludópata sinvergüenza es todo lo contrario a la contención que demostró en "Almas en pena de Inisherin") y Berger rueda Macao como un infierno de neones y casinos tan hortera como atractivo.

Pues un sopor. El caso es que visualmente es una maravilla, con su estética invernal setentera y su aire de cuento oscuro. La forma, desde luego, supera al fondo, aunque la idea de la película en realidad no es mala. El problema es su desarrollo, que es plomizo.

Otra película que está bien rodada (su director tiene talento para rodar cine sensorial y la naturaleza), pero cuyo argumento es la nada. Se trata de una serie de estampas costumbristas de una familia catalana de veraneo por Alemania, pero no hay ningún tipo de conflicto, arco o evolución en esos personajes que rodean al adolescente protagonista. Él tiene una historia romántica con un twink alemán que pretende ser tierna, poética y misteriosa, con ellos dos mirándose, sonriéndose o cogiéndose de la manita sin hablar durante media hora. Parecen los prolegómenos de una escena de Bel Ami que nunca termina de arrancar, y acaba resultando cursi y narrativamente pobre.