Cold War.
Empieza como un OT polaco de posguerra (tal cual, hay una escena calcada a la Gala 0 cambiando a Noemí Galera por un señor polaco) y luego se transforma en una historia de amor entre dos personas complicadas en tiempos complicados, a lo largo de los años de la Guerra Fría y de distintos países europeos, en la línea de “La insoportable levedad del ser”. La fotografía en B/N es de síndrome de Stendhal para arriba y lo mismo su actriz protagonista. En general es una peli muy buena, aunque su romance no ha acabado de llegarme.
Un asunto de familia.
Es la palma de oro de Cannes. Una película sobre una “familia” atípica, un tanto rateros, que viven al margen de la sociedad. Poco a poco vas descubriendo los vínculos que les unen y les vas cogiendo cariño. Es una peli tierna y triste, que emociona sin caer en la sensiblería y funciona de maravilla.
Un hombre fiel.
Es divertidilla pero poca cosa. La dirige y protagoniza Louis Garrel, junto a su mujer Laetitia Casta y la hija de Vanessa Paradis y Johnny Depp. Lo mejor es que Garrel como director no intenta parecerse a su padre, que siempre me ha parecido un plomo, y su película es más ligera y sin pretensiones. Empieza muy bien, pero en su segunda mitad se va desinflando poco a poco (y eso que dura solo 75 minutos) y al final te quedas como, pues vale.
Midnight Runner.
Es la historia real de un joven corredor suizo con bastantes traumas y estrés a sus espaldas y cómo a raíz de todo eso creó su propio Mr. Hyde violento que salía a delinquir por las noches, cada vez más descontrolado. Para ser la película de un debutante está muy bien, pero lo mejor es la interpretación del protagonista, Max Hubacher (el de Mario y The Captain), que borda estos papeles de turbio y psicopatilla.