Pero por eso yo no hablaba de legalidad, sino de moralidad. Yo este caso lo extrapolo a un 'uno-a-uno' y lo entiendo mejor:
Imagina que yo tengo un sobrino negro y le regalo por Reyes esa sudadera porque me parece mona. Llega el día, abre el regalo, no le hace ni puto caso porque tiene un castillo rosa de Peppa pig que le encanta pero su madre se enfada muchísimo. Dice que he ofendido a su hijo, mi sobrino, y a ella también.
Yo le pido disculpas en el momento, le doy el ticket regalo por si quiere cambiarlo o me ofrezco a comprarle otra cosa. Todo con arrepentimiento.
Pero ella decide que no le vale, y no le basta con dejar de hablarme simplemente. Si no que intenta poner a toda la familia en mi contra, y a mis amigos, ¡y hasta los que me conocen de vista o me hablaron en su día por Grindr!
Todo con un aire de culebrón de los buenos. De Topacio o de Gata salvaje. Fíjate que llega un día, en el que ya no solo no me ha perdonado, sino que decide plantarse en mi casa e intenta entrar cuando yo estaba tranquilita en bata y rulos.