Sumémosle al Pihipperío local el componente anarkista italiano, con bien de carga política y sangría de tetrabrick a partes iguales. Y el movimiento redskin/antifascista de cuño más obrero (=castellanoparlante). Y a papás que curran en editoriales, estudios de arquitectura o son funcionarios del Ayuntamiento (área de Cultura o Parcs i Jardins) y les parece todo la mar de pintoresco. Y yayas catalanas con el pelo azul que a la que te despistes en la panadería, todavía te hablan de los bombardeos del 38. Y libaneses que llevan con su kebab abierto antes que el resto de la ciudad se llenara de pakis. Y un cine en VOSE que es la meca del gafapastismo urbano. Y gitanos catalanes. Y tiendas de ropa carisisisisisisima. Y esteladas en los balcones. Y plazas con bares. Eso es Gràcia.