Mi profe de latín y griego fue la primera en tratarnos como adultos, todavía unos años después de acabar el instituto iba a verla con un amigo. Era una tía muy guay, joven pero ni hippy ni progre, muy normal. Y muy exigente además. Pero muy buena profe. La media de notas de la clase era de 8,5 para arriba.
Mi profe de lite catalana era un personajazo, joven también, rollo rocker. Pero nos explicaba tochacos infumables de los que tienen todas las literaturas que por cojones son canónicos y hay que explicárselos a chavales de 16 a los que hay 0,1 % de posibilidades de que les interesen... Y él conseguía que nos interesaran.