^ Totalmente de acuerdo. Mi padre fue al psicólogo para ver qué podían hacer conmigo porque yo solo quería jugar con muñecas y pasaba del fútbol olímpicamente ("ay, mi niño es marica!"). Obviamente, el psicólogo lo mandó a casita y le dijo que tenía cosas más importantes de qué preocuparse.
Luego en el colegio todo el mundo daba por hecho que era gay y nunca se metieron conmigo. Alguna coña de forma muy puntual, pero nada más. No sé, quizá fue la costumbre, estuve con los mismos compañeros desde los 3 años hasta los 18. La visibilidad hace mucho y, como habéis comentado, permite una normalización asombrosa.
De hecho, me llamaban más empollón y con eso sí que lo pasé fatal :v